JEREMIAS 10:14-15

14 Todo el mundo está sin sentido y sin conocimiento; cada orfebre es avergonzado por sus ídolos. Las imágenes que hace son un fraude; tienen no hay aliento en ellas. 

 

15 Valen, los objetos de burla; la hora de su juicio, ellos perecerán.

Estos dos versos estan clarisimos lo que DIOS habla sobre las imagenes y crear imagenes.

los catolicos son muy aptos en violar los versiculos de la palabra de Dios, para asi ellos adorar y venerar imagenes que Dios aborrece.

Tambien mencionan que Dios mando hacer imagenes en el  ANTIGUO TESTAMENTO, pero se olvidan muy rapido de como Dios mismo manda destruir las mismas imagenes que mando, como paso con la serpiente de bronce que mando hacer a Moisis.

Ya sabemos que la iglesia catolica antes de llamarse catolica, empezo en el año 107 DC como una religion pagana, donde esta religion pagana, se infiltro en el cristianismo, contaminando con su paganeria a muchos cristianos que luego creyeron en esta religion.

 

Fues despues del año 313 DC cuando aparece la jerarquia papal y se la llama CATOLICA ROMANA APOSTOLICA. Pero hasta entonce no se conocia el nombre.

Dicen los catolicos, que la iglesia catolicaexiste desde tiempos de los apostoles, lo cuales mentira, ya que ellos se agarran a las cartas escritas a los romanos por el APOSTOL PABLO. Romanos que no eran llamados catolicos, ni practicaban la paganeria de idolatrar imagenes ni venerar a nadie.

Eran creyentes en roma, que aceptaron las enseñanzas de Jesus. Y que no se postraban ante imagenes ni hombres. 

Pablo los llama a la iglesia de Roma, porque esta en Roma, pero eso no significa que sea catolica.

 

El catolicismo nace mucho despues noen tiempos de los apostoles.

Éxodo 20:3-6 

»No tengan otros dioses aparte de mí. »No hagan ídolos ni imágenes de nada que esté en el cielo, en la tierra o en lo profundo del mar. No se arrodillen ante ellos ni hagan cultos en su honor. Yo soy el Dios de Israel, y soy un Dios celoso. Yo castigo a los hijos, nietos y bisnietos de quienes me odian, pero trato con bondad a todos los descendientes de los que me aman y cumplen mis mandamientos.

 

Y COMO  NO, VIOLAN EXODO 20:3 AL 6, TIPICO JUSTIFICANDOSE PREGUNTANDO:
¿DONDE PROHIBE JESUS LAS IMAGENES? Y COSAS SIMILARES. PERO...SON ESTIPULACIONES CATOLICAS, QUE SE REFUTAN ELLOS MISMOS.


HABLAN DE PARTICIPAR DE LA CARNE Y SANGRE DE CRISTO, PERO...¿EN REALIDAD LA EUCARISTIA CATOLICA ES BIBLICA?

 

VEAMOS LOS DETALLES SEGUN NOS MANDO JESUS EL SEÑOR QUE HAGAMOS:

  26 Mientras continuaron comiendo, Jesús tomó un pana y, después de decir una bendición, lo partiób y, dándolo a los discípulos, dijo: “Tomen, coman. Esto significa* mi cuerpo”. 27 También, tomó una copa  y, habiendo dado gracias, la dio a ellos, diciendo: “Beban de ella, todos ustedes  28 porque esto significa  mi ‘sangre del pacto’,  que ha de ser derramada a favor de muchos  para perdón de pecados.
Conforme a la palabra...debemos comer del pan y beber del vino. ¿verdad?
Pues esto es lo que hacen el la tal eucaristia.
Ellos comen la supuesta hostia o pan, pero...no beben del vino como mando Cristo.
ESTA ES LA FALACIA QUE DICEN SOBRE ESTE TEMA Y LO MUESTRO EN ESTA FOTO DE DEBAJO:

 

 

 

 

 

 

NO SOLO ELLA CUENTA ESTA MENTIRA. YA OTROS CATOLICOS SE JUSTIFICARON ASI, PERO ES MERA JERARQUIA CATOLICA Y MANDATO DE HOMBRE, SOLO ESO. SIN FUNDAMENTOS BIBLICOS.

Y NO DIGAMOS LAS PALABRAS MUNDANAS Y OFENSIVAS QUE USAN CUANDO NO SON CAPACES DE REFUTAR Y DEFENDER SU FE FALSA.DA VERGUENZA HASTA RECORDAR ESAS PALABRAS QUE DICEN. Y COMO NO, MALDICEN. COSTUMBRE DEL CATOLICISMO.

DIA POSITIVAS DE LOS COMPORTAMIENTOS DE LOS CATOLICOS Y DESPUES SE HACEN LLAMAR SANTA IGLESIA CATOLICA 


AQUI TENEMOS A MAS CATOLICOS CON SUS PALABRAS Y SUS FALTAS DE RESPETO. DAN A VER QUE SON SANTA IGLESIA PERO POCO.



EL SEGUNDO MANDAMIENTO

 

 

“No te harás imagen, ni ninguna semejanza de cosa que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra: No te inclinarás á ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos, sobre los terceros y sobre los cuartos, á los que me aborrecen, Y que hago misericordia en millares á los que me aman, y guardan mis mandamientos.” (Exodo 20:4-6)

El segundo mandamiento prohíbe la adoración del Dios verdadero en una manera falsa y prohíbe también la fabricación de imágenes.

 

Imágenes: En esta prohibición están incluidos los ídolos, imágenes y muñecos de oro, plata, yeso, etc. que se encuentran en los templos católicos. Este mandamiento trata con la adoración de Dios a través de las imágenes. El texto dice: “No te inclinarás ante ellas, ni las honrarás”. Es importante señalar que este mandamiento no prohíbe el arte, la pintura o la escultura, sino que prohíbe el uso de imágenes religiosas en la adoración de Dios.

Algunas personas creen que se prohíbe que hagamos imágenes de cualquier cosa. Si esto fuera así, entonces estaría prohibido sacar fotos, ver la televisión, el cine, los periódicos, revistas e incluso el uso del dinero, pues aún los billetes traen imágenes. Tal interpretación de este mandamiento es absurda. El mandamiento incluye cualquier semejanza de las cosas en el cielo, en la tierra y en las aguas debajo de la tierra para adorar al Señor.

Entonces, no importa si es un crucifijo, un dibujo, una medalla, un escapulario, un cristo, una virgen o algún supuesto santo. También cualquier otro objeto que “sirva” para dar protección contra los peligros, accidentes, enfermedades o para hacer huir a los malos espíritus (brujerías y supersticiones tales como los amuletos, los signos del horóscopo, etc.). Todas estas cosas son prohibidas por Dios en el segundo mandamiento.

Igualmente prohíbe el uso de figuras y estatuas de Jesucristo como hombre, porque todas ellas se hacen en la semejanza del hombre ideal, tal y como es concebido por los hombres. En este punto debemos advertir acerca del peligro de que un mal uso del material didáctico en la escuela dominical se convierta en una transgresión de este mandamiento.

¿Para qué sirven las imágenes?

¿Qué dicen aquellos que hacen uso de las imágenes y estatuas en la adoración para defenderse y justificar el uso de tales objetos? ¿Cuál es su propósito? Su respuesta a estas preguntas siempre es la misma: dicen que las imágenes nos ayudan en la adoración de Dios. Los grupos católicos dicen que tales objetos nos ayudan a acordarnos de Dios y a estar conscientes de su presencia. En otras palabras dicen que los ídolos son una manera para dar sustancia y realidad a nuestro concepto de Dios. Dicen que sin imágenes, sin cuadros y sin estatuas, la adoración resulta más difícil. Las imágenes son una representación visible de Dios que nos ayudan a concentrarnos en El.

Los católicos dicen que no adoran a la imagen o al ídolo sino al “espíritu” que representa. Esta es la misma respuesta que dan todos los idólatras en todas partes del mundo. Dicen que no tienen la intención de venerar a la imagen, sino que están adorando a su dios a través o mediante el uso de la imagen. Debemos tomar en cuenta lo siguiente: siempre cuando los hombres han hecho imágenes o ídolos visibles de sus dioses, más tarde han llegado a pensar que las imágenes mismas han estado habitadas por dichos dioses. Siempre las imágenes llegan a ser el centro de la adoración en lugar de aquello que supuestamente representan. En vez de ayudar a los adoradores, las imágenes los han llegado a confundir. Todo esto resulta por fin en que los adoradores se postran ante sus ídolos y los adoran.

Algunas veces se disculpa esta transgresión del segundo mandamiento argumentando que no se está adorando al ídolo, sino sólo venerándolo. Sin embargo, las mismas personas que veneran no pueden explicar cuál es la diferencia entre adorar y venerar. La verdad es que por más que quisieran demostrarlo, en realidad no existe ninguna diferencia entre adorar y venerar.

¿Por qué Dios prohíbe las imágenes? ¿Por qué prohíbe Dios la fabricación de ídolos o la adoración por medio de imágenes?

Vamos a dar cuatro respuestas.

 

En primer lugar, Dios prohíbe cualquier intento de hacer una imagen o una representación visible de El, porque no es posible hacer una imagen verdadera de El; nada es capaz de representarlo. La naturaleza y el carácter de Dios no pueden ser representados por medio de ninguna imagen. En otras palabras, Dios como Espíritu, no tiene ninguna semejanza a las cosas materiales de este mundo. Cristo dijo en Jn.4:24, “Dios es espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren”.

Aún más importante, Dios como un ser vivo, infinito y personal, prohíbe que hagamos una representación visible de El. Cualquier intento de representar al “Dios infinito” por medio de cosas “finitas” no sólo fracasa sino que es un grave pecado. Ofende fuertemente a Dios pues le ubica al nivel de una criatura y aún más bajo. Las imágenes deshonran a Dios porque empañan su gloria. “Porque habiendo conocido á Dios, no le glorificaron como á Dios, ni dieron gracias; antes se desvanecieron en sus discursos, y el necio corazón de ellos fue entenebrecido. Diciéndose ser sabios, se hicieron fatuos, Y trocaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, y de aves, y de animales de cuatro pies, y de serpientes” (Romanos 1:21-23).

Una imagen verdadera de Dios no se ha de encontrar en todo el universo. Por lo tanto, no sólo hacer, sino concebir imágenes de Dios es en sí mismo un acto impío. Corrompe su majestad y gloria y se les imagina como no es. Dios se ha manifestado por medio de sus atributos. Su gloria consiste de la suma o la totalidad de estos atributos: su santidad, su justicia, su soberanía, su amor, su omnipotencia, su ira, etc. (Vea Exodo 33:18-19 y 34:5-8).

Todos aquellos que fabrican ídolos junto con aquellos que los respetan y veneran, manifiestan abiertamente que no conocen a Dios y que no saben nada de su gloria. Por ejemplo, cualquier persona que entiende la realidad de la omnipresencia de Dios (que Dios está en todas partes), no puede hacer ni mucho menos adorar a un ídolo. ¿No sería ridículo postrarse ante un cuadro del presidente de México cuando uno estuviera en la presencia del presidente mismo? La naturaleza espiritual de Dios y su omnipresencia dan por hecho que Dios no puede ser adorado ni honrado a través de ningún ídolo ni imagen. No es necesario hacer una representación física de alguien cuando éste ya está presente.

Además, no es posible representar ninguno de los atributos de Dios por medio de imágenes. Por ejemplo, la existencia eterna de Dios no puede ser representado por ningún ídolo. La santidad de Dios no puede representarse por ninguna imagen. La justicia de Dios no puede ser representada por ningún dibujo. Es imposible representar la soberanía de Dios por alguna semejanza. Su misericordia y su amor tampoco se pueden representar por medio de cosas visibles. En la profecía de Isaías, Dios pregunta: “¿A qué pues haréis semejante á Dios, ó qué imagen le compondréis?” (Isaías 40:18).

Solo aquellos que tienen ideas falsas y conceptos erróneos de Dios pueden honrar las imágenes que supuestamente le representan. Solamente aquellos que no saben nada de su verdadera naturaleza y carácter son engañados y caen en este pecado. Dios toma sus imágenes como un intento de disminuir su verdadera gloria y blasfemar su persona gloriosa. De hecho, Dios mismo dice en Exodo 20:5 que tales personas no le aman sino por el contrario, le aborrecen. Muchas personas se escandalizan con la idolatría de las tribus antiguas del mundo, quienes adoraban piedras, troncos, volcanes, supuestos extraterrestres, etc. sin darse cuenta que ellos están cayendo en el mismo error.

 

En segundo lugar, Dios prohíbe las imágenes porque enseñan mentiras. Cada imagen o representación de Dios no es sólo una mentira acerca de El, sino que también enseña mentiras acerca de El. Las imágenes no solo sugieren ideas falsas acerca de Dios, sino que imprimen en la mente humana errores de todo tipo respecto a su carácter y su voluntad. En Romanos capítulo 1 el apóstol Pablo explica cómo los idólatras cambian la verdad de Dios por una mentira (1:25). Habacuc 2:18 dice lo mismo: “¿De qué sirve la escultura que esculpió el que la hizo? ¿la estatua de fundición, que enseña mentira, para que haciendo imágenes mudas confíe el hacedor en su obra?” Cada ídolo o imagen enseña mentiras porque representa a Dios en una manera falsa y así le blasfema. Cualquier persona que piense debe darse cuenta de que Dios como un ser vivo, eterno, infinito y personal, no puede ser representado por un pedazo de madera o yeso. Las imágenes mienten porque pretenden representar a Dios cuando en realidad no lo hacen.

Las imágenes mienten en primer lugar, porque limitan a Dios quitándole sus atributos. Limitar a Dios es lo mismo que negarlo. Segundo, mienten porque distorsionan su carácter. Muy lejos de revelar el carácter verdadero de Dios, las imágenes le presentan en una manera equivocada y deforme. Tercero, las imágenes mienten porque obscurecen la verdad acerca de Dios. Es decir, ocultan al Dios verdadero en lugar de revelarlo. Cuarto, las imágenes mienten porque le reducen a un nivel meramente humano; peor aún, “le encierran” en un pedazo de yeso y dan la idea de que puede ser controlado y manejado por los hombres. Quinto, las imágenes mienten acerca de Dios porque niegan su verdad y su gloria.

Cabe señalar aquí que el Nuevo Testamento enseña que Satanás está detrás de cada ídolo que los hombres han hecho. (Vea 1Cor.10:19-20.) Sea que los hombres se percaten de ello o no, la Biblia dice que es el “padre de mentiras” quien inspira la fabricación y la adoración de las imágenes mentirosas. El diablo quiere que los hombres crean que Dios es semejante a una piedra o a un muñeco de madera. Todas las personas que respetan y veneran las imágenes, honran y sirven al diablo y no a Dios. Su “sinceridad” y su ignorancia no les excluye de estar transgrediendo el mandamiento divino.

 

En tercer lugar, Dios prohíbe las imágenes porque destruyen la naturaleza verdadera de la adoración. La naturaleza misma de la adoración excluye el uso de imágenes ¿Por qué? Porque Dios quiere que se postren ante El y no ante una imagen. Dios quiere que le adoremos con todo nuestro corazón; quiere la veneración que viene del alma y del espíritu, no un rito externo que no es más que el movimiento de nuestros labios o nuestro cuerpo. Millones de personas se han acercado a un ídolo y se han inclinado ante él; sin embargo, estas mismas personas jamás se han inclinado ante el Dios verdadero, ni tampoco se someterán a El.

Por otra parte, no es posible adorar a Dios a menos que lo hagamos en la manera que El ha señalado. No es posible adorar a Dios a menos que sea en espíritu y en verdad. Es por ello que la idolatría destruye la adoración verdadera. En Colosenses 2:20-23 el apóstol nos advierte respecto de aquellos que practican un “culto voluntario” en conformidad a mandamientos y doctrinas de hombres. La frase “culto voluntario” se refiere a lo que es de invención humana, o sea una forma de adoración que no ha sido autorizada por Dios. Todos aquellos que ofrecen a Dios su particular “culto voluntario”, en realidad no están adorando a Dios del todo. Y no hay duda de que el uso de imágenes en la adoración o cualquier práctica no autorizada por Dios es reprobado por la instrucción apostólica.

 

El cuarto motivo por el cual Dios prohíbe las imágenes es porque destruyen la naturaleza verdadera de la fe. La verdadera fe cristiana está basada en la revelación que Dios nos ha dado de sí mismo en su palabra escrita. Dios se ha manifestado no por medio de una imagen, sino por medio de un libro y por medio de una persona. El libro es la Biblia y la persona es el Señor Jesucristo.

El cristianismo verdadero consiste de una relación viva y personal con Dios (el Dios verdadero de la Biblia). Entramos a esta relación personal con Dios por medio de la fe en Cristo. El lado positivo de este segundo mandamiento es que creamos en Cristo, que creamos en Dios tal como se ha manifestado en la persona y la obra de Cristo. De acuerdo a 2 Cor.4:4-6, Dios ha manifestado su verdad y su gloria en la persona y la obra de Cristo. Hebreos capítulo 1 nos dice que Cristo es el resplandor de su gloria y la misma imagen de su sustancia. En Juan 14 Cristo dijo a sus discípulos: “El que me ha visto a mí, ha visto al Padre”. Cristo es la única manifestación “visible” de Dios. Cristo es Dios hecho carne.

Ahora surge la pregunta ¿Cómo podemos ver a Jesucristo? La respuesta es que podemos verle a través de la Biblia con los ojos de la fe. Dios nos da entendimiento espiritual, ojos para ver, oídos para oír y un corazón para creer. La fe viene por el oír y el oír por la palabra de Dios. La fe significa creer, confiar y someternos a Cristo, tal como lo vemos en la palabra de Dios. Las imágenes desvían la atención de los hombres fuera de la palabra de Dios y no les permiten ver la verdad acerca de la persona y obra de Cristo. Detrás de cada imagen está la incredulidad, está un corazón incrédulo que no cree la palabra de Dios, ni tampoco en Cristo. La verdadera fe en Cristo es el don de Dios; no es el resultado o el producto del uso de imágenes inventadas por los hombres.

Las imágenes mentales de Dios:

No todas las imágenes falsas de Dios están solo en los templos católicos o paganos; también existen en las mentes y los corazones de los hombres incrédulos. Con frecuencia se oye decir frases como la siguiente: “Me gusta pensar en Dios como ‘el gran arquitecto o artista’ o yo no pienso en Dios como un juez, sino sólo como un padre amoroso”. Es importante señalar que quienes se sienten libres para pensar de Dios como a ellos les gusta, también están quebrantando el segundo mandamiento. No tenemos el derecho para pensar en Dios como nos guste.

La triste realidad es que todos los que no conocen al Dios verdadero fabrican o inventan un Dios falso en sus mentes. El mundo está lleno de personas que sostienen ideas falsas acerca de Dios, y esto es debido a que se niegan a creer lo que Dios ha dicho de sí mismo en su palabra. Es en este sentido que podemos hablar del dios de la imaginación del hombre. Cada uno debe preguntarse ¿Cuál es la imagen de Dios que tengo en mi mente? ¿Acaso no tendremos una imagen falsa de Dios en nuestros corazones? Cuántas personas preferirían que Dios fuera como ellos piensan y no como en realidad es.

¿Cuáles son algunas de las características de este “dios” imaginario, que existe solo en la mente de los hombres? En breve podemos decir que es un dios más semejante a un hombre que al Dios verdadero. Es un dios compuesto de puro amor, que ama a todos los hombres sin importar sus pecados, un dios que no castiga el pecado en el infierno, un dios impotente y frustrado que no es capaz de hacer su voluntad, un dios débil e indulgente que puede ser dirigido, manipulado y aún sobornado por los hombres. Es el dios que existe sólo para cumplir los caprichos y deseos de ellos, un dios de bolsillo que tiene que sujetarse al supuesto “libre albedrío” de los hombres; en fin, un dios que no es santo ni soberano y realmente indigno del nombre “dios”.

Aquí queda al descubierto la fuente y el origen de toda idolatría. A los hombres incrédulos y rebeldes, les gusta fabricar para sí mismos un dios semejante a ellos.

 

La idolatría y la ira de Dios:

Todas las personas que adoran ídolos o que respetan las imágenes religiosas en cualquier sentido son señaladas por Dios como los objetos especiales de su ira y su castigo. Dios dice en Exodo 5:20 que todos los idólatras le aborrecen y en Deut.7:9 Dios dice que dará el pago en su cara a quienes le aborrecen, destruyéndoles. Dice que no dilatará el castigo a quien odia, sino que en su cara le dará el castigo. Entonces, la idolatría es un pecado que despierta la ira de Dios en una forma especial.

Cuando Exodo 20 dice que visitará la maldad de la idolatría sobre ellos y sobre sus hijos hasta la tercera y cuarta generación, quiere decir que hay una maldición especial que viene sobre los idólatras en forma perpetua. Es decir que es una maldición generacional la cual se extiende tan lejos como los propios idólatras alcanzan a ver. Esto resulta en dejar a sus descendientes a sí mismos para que cometan la misma idolatría, el mismo pecado; lo cual produce una maldición interminable.

¡Con razón debemos entonces guardar la advertencia apostólica, “Hijitos, guardaos de los ídolos¡” (1 Jn.5:21).

Idolatría y Biblia: B – La idolatría           según el Nuevo Testamento

En el Nuevo Testamento se sigue hablando sobre los mismos temas de idolatría que en el Antiguo, pero, como es lógico, de un modo más profundo y concreto.

1 – Jesús desenmascara las falsas divinidades

Todos sabemos que con Jesús llega a su término el proceso de revelación bíblica. Dios había ido poco a poco manifestándose a sí mismo, hasta llegar a la cumbre, que es Jesús. Y para revelarse Dios a sí mismo había tenido que ir desenmascarando las falsas divinidades. Por ello es lógico que Jesús, revelación plena del amor del Padre, completa este proceso.

No es el fin de este folleto presentar el lado positivo de cómo Jesús es la revelación plena de Dios. Ello, por ejemplo, lo he desarrollado en mi libro “El Dios de Jesús”. A él me remito.

Ciertamente Jesús no se limitó a predicar al Dios verdadero, sino que, como complemento, combatió y desenmascaró toda imagen falsa de Dios. Su conocimiento y su amor al Padre era tan perfecto, que no podía permanecer impasible ante las caricaturas que se hacían de él. Además, una de las formas de dar a conocer a Dios es también a través del contraste con las falsas divinidades. Conocer a Dios y reconocer los falsos rostros de Dios son como las dos caras de la misma moneda.

Si entre Jesús y los fariseos se hubiese organizado un panel de discusión ideológica sobre Dios, quizás no se hubieran encontrado diferencias básicas entre ellos. La oposición entre Jesús y los representantes de la religión oficial de entonces no se dio en el plano doctrinal. En la teoría estaban bastante de acuerdo.

Los adversarios de Jesús, escribas, fariseos y saduceos, nunca se habían imaginado que Dios no fuera bueno, que no fuera misericordioso, que no fuera libre. Pero si se abandona la teoría sobre Dios y se pasa a concretar el comportamiento de Dios hacia los hombres, entonces la oposición entre Jesús y los fariseos es evidente.

En el combate de Jesús, se trata de Dios, no de una teoría sobre Dios: cómo se vive a Dios, y no cómo se habla sobre Dios. Por ello la base para interpretar a Jesús es ante todo su acción. Jesús nunca dio una definición de Dios, sino que su vida toda es la manifestación plena del rostro de Dios. Viendo a Jesús, se ve a Dios (Jn 14,19).

El debate entre Jesús y sus opositores recae sobre la forma cómo actúa Dios en los asuntos humanos. Es en los problemas concretos de la vida en los que se da oposición entre Jesús y los fariseos.

Para Jesús la vivencia de Dios era diametralmente opuesta a la de ellos. Su corazón, lleno de Dios, no podía aceptar la predicación de que tantos pordioseros y enfermos como pululaban por Judea fueran consecuencia de un castigo divino. El sentía dentro el amor de Dios hacia ellos, y por eso se vuelca sobre los pobres, conversa cariñosamente con ellos, los toca, los cura y aun comparte su comida.

Los fariseos maldecían al pobre como acto de piedad, ya que así pensaban imitar la acción castigadora de Dios; Jesús los bendice, ya que así secunda la acción misericordiosa de Dios. Los fariseos prohibían curar en sábado: así honraban el día del Señor; Jesús cura preferentemente en sábado, justo porque en el día del Señor se tienen que atender especialmente a sus preferidos. Ellos, en nombre de su dios, desprecian a lisiados, pobres, niños y mujeres; Jesús, en nombre de su Dios, los bendice y los atiende con especial cariño. Es que en realidad los dos están hablando de un Dios distinto, aunque los dos le den el mismo nombre.

Según Jesús, el conocimiento de Dios no puede comprenderse fuera del efecto liberador que produce. El combatió la “ideología” que organizaba y justificaba la dominación saducea y farisea. Combatió contra ella, no porque juzgase erróneos los principios doctrinales de los fariseos, sino porque consideraba intolerables los efectos destructores de su religión. En este sentido el dios de la religión oficial de la sinagoga no era el Dios de Jesús. Si el Dios proclamado y venerado no libera, sino que oprime, ese dios no es el Dios de la Biblia. A Dios se le honra en donde se libera a los hombres de cualquier pecado. El pecado contra el Espíritu (Mc 3,9) consiste precisamente en confundir el acto liberador de Dios con el acto esclavizante de Satanás.

A Jesús le apasiona el combate por la libertad de Dios. No le gustan las discusiones doctrinales. La doctrina abstracta sobre Dios puede servir de excusa para oprimir. Eso es lo que Jesús reprocha a escribas y fariseos: quieren encadenar a Dios a sus propios intereses personales y lo usan como excusa para oprimir y despreciar a los demás.

Jesús se distinguió irremediablemente de los maestros en religión de entonces porque implicaba a Dios en la sociedad y en la misma religión de una manera distinta. Y pagó con su sangre esta opción que había hecho por un Dios liberador.

Según Jesús los derechos de Dios no pueden estar en contradicción con los derechos de los hombres. Cualquier supuesta manifestación de la voluntad de Dios que vaya en contra de la dignidad de los hombres es la negación automática de la más profunda realidad de Dios.

El Dios de Jesús es un Dios único, que excluye a todos los otros modos de concebir a Dios. El presenta a su Padre como Dios de la vida, alternativa excluyente de las divinidades de la muerte. Hay que elegir: o con el Dios de Jesús o contra el Dios de Jesús. O el Reino de este Dios o la teocracia judía y la “paz” romana.

Los fariseos y sus seguidores sintonizaron con acierto que el Dios de Jesús no era el mismo dios que ellos proclamaban. Las palabras y las acciones de Jesús eran verdaderas “blasfemias” contra su dios.

Ellos eligieron matar a Jesús en nombre de su dios e invocando a su dios. Los romanos lo ajusticiaron en nombre de los dioses del imperio que garantizaban “su paz”. Según la lógica de judíos y romanos el Dios de Jesús no debía existir: por eso quisieron destruirlo matando a quien lo predicaba. Los dioses de la muerte, dioses idolátricos, siempre quieren dar muerte al Dios de la Vida. Pero la Vida, al final, triunfa siempre sobre la muerte…

La vida de Jesús no se entiende si no se entiende el conflicto entre Dios y los dioses. Los dirigentes judíos rechazaron a Jesús y su Dios: “No tenemos más rey que al César” (Jn 19,15). Con ello muestran cuál es el dios por el que ellos habían optado: su ambición de poder y gloria. Rechazan al Dios del amor y eligen al que, por ser opresor, permite y justifica la opresión que ellos ejercen. El Dios al que ellos profesan fidelidad, aunque siguieran llamándolo Yavé, era un dios que legitimaba la opresión. Revelaban así su idolatría de hecho, pues pusieron sus intereses personales en lugar de Dios.

En la pasión y muerte de Jesús no se trata de una confrontación personal entre las autoridades y Jesús. Lo que está en pugna es una diversidad opuesta en la concepción de Dios y, por consiguiente, de la organización de la sociedad. Se trata de totalidades de vida y de historia, en última instancia basadas y justificadas en una concepción de Dios. Romanos y judíos defienden a sus dioses; Jesús vive y predica a su Dios. Y en esta pugna, le quieren hacer desaparecer; y Jesús da la vida, conscientemente, sin claudicar en su fe. Con ello triunfa sobre todos los dioses de la muerte…

Para reflexionar y dialogar

1. ¿De qué forma Jesús desenmascaró a las falsas divinidades?

2. ¿Cómo trató Jesús a los fariseos, que se decían doctores de la Ley y de la religión?

3. ¿Qué diferencia existe entre el Dios de Jesús y el Dios de los fariseos?

4. ¿Se da algún tipo de idolatría en nuestras familias, nuestra comunidad y nuestra sociedad? ¿Cómo combatirla, al estilo de Jesús?

2 – Idolatría de la ley

Uno de los pasos dados por el Nuevo Testamento es la constatación de que la ley puede convertirse también en ídolo y el hombre sometido a la ley transformarse en idólatra. Esto es lo que aparece explícitamente en el texto de Gálatas:

“En otros tiempos no conocían a Dios, y sirvieron a los que no son dioses. Pero ahora que ustedes conocieron a Dios, o más bien, que él los ha conocido, ¿cómo pueden volver a cosas y principios miserables y sin fuerza? ¿Otra vez quieren someterse a ellos? Ya que vuelven a observar días y meses y tiempos y años. Me hacen temer que me haya fatigado inútilmente” (4,8-11).

La ley en sí misma puede que sea buena, pero cuando el hombre busca la salvación sólo en la observancia de la ley, ésta se convierte en un ídolo que mata: en “cosas y principios miserables y sin fuerza”. La ley no tiene en sí misma ninguna fuerza liberadora. El hombre esclavizado a ella acaba con los nervios destrozados: hace lo que no quiere y quiere lo que no puede hacer.

Los judíos pensaban que merecían su propia justificación por su observancia de la ley, cuando en realidad nuestra justificación viene del sacrificio de Cristo. El hombre sólo es justificado por la fe en Jesucristo; no por las obras de la ley (Gál 2,16; Rom 3,28). La ley da el conocimiento del pecado, pero no el poder para apartarse de él. Nadie es justo ante Dios porque cumpla unas normas concretas. Ciertamente hay que seguir a Cristo, cumpliendo su Mandamiento Nuevo, pero la salvación no nace como consecuencia de esas obras, sino de la persona de Jesús.

La fe en el Dios de Jesucristo se enfrenta en forma radical a la idolatría de la ley. A ello se refiere Pablo cuando dice: “Cristo nos liberó para que fuéramos realmente libres. Por eso, manténganse firmes, y no se sometan de nuevo al yugo de la esclavitud” (Gál 5,1).

Pablo les reconoce a los judíos que tienen un celo por Dios maravilloso, “pero en forma mal entendida”, por cuanto está privado del verdadero conocimiento de Dios. “No entienden cómo Dios nos hace santos, y se empeñan por hacerse santos a su manera. Con esto pasan al lado del camino de Dios” (Rom 10,1-3). Al considerar a Dios como un Poder exigente (la Ley) y amenazador (el Juicio Final), resulta que realmente no lo están conociendo. Porque Dios es, ante todo “Justicia”, justicia salvadora que brota de su amor: Poder de vida fiel a su proyecto en favor del hombre. Ese desconocimiento les impide acoger la Justicia de Dios y ser así sus beneficiarios. Les impide dejarse amar por Dios.

Los seguidores de la religión de la Ley no pueden más que defenderse, protegerse de ese Dios, a quien “malconocen” como amenaza. A fuerza de obras, cuyo valor está declarado por la Ley, los judíos se aseguraban contra Dios. Así, la relación con Dios, por religiosa que sea en cuanto al celo, se mueve, de hecho, en el desconocimiento y en el temor. Ello lleva implícito la desesperación de ver cómo pasa la vida sin que uno se encuentre debidamente armado para vencer al Juez que se acerca.

En el evangelio de San Marcos, del 2,1 al 3,12, donde se cuentan las controversias de Jesús con los fariseos, se desarrolla una teología contra la idolatrización de la ley. La salvación que realiza Jesús es contraria a la ley fetichizada por los fariseos. Su postura se resume maravillosamente en la frase: “El sábado ha sido hecho para el hombre y no el hombre para el sábado” (Mc 2,27).

Esta idolatría aun puede ser más opresora y destructora que otras, ya que llega a pervertir la misma conciencia del hombre. Al igual que la idolatría del dinero, también ésta destruye las relaciones humanas, sociales y políticas. Ella es causa y consecuencia de un mundo opresor y represivo.

Para reflexionar y dialogar

1. En nuestro país existen muchas leyes, pero las que miran al bien común, como la reforma agraria y la educación para todos, no siempre son respetadas por el gobierno. ¿Conocemos nosotros las leyes que promueven el bien común y nos organizamos para exigir que se cumplan?

2. ¿Cómo cumple nuestra comunidad las leyes que nosotros mismos nos damos? ¿Podemos decir que son justas y que realmente ayudan a promover el bien para todos? ¿O favorecen especialmente a algunos?

3. En Paraguay se ha hecho una nueva Constitución en 1992, en la que están escritas las leyes, obligaciones y deberes de cada ciudadano paraguayo. ¿Qué piensa nuestra comunidad acerca de la Constitución Paraguaya? ¿Qué aspectos son más positivos y cuáles son los que aun representan un desafío al pueblo? ¿Por qué?

4. ¿Cuál es la diferencia entre la Ley del Antiguo Testamento y la Ley del Nuevo Testamento?

3 – Idolatría del dinero

Jesús identifica a la idolatría con el servicio al dinero: “Ningún servidor puede quedarse con dos patrones, porque verá con malos ojos al primero y amará al otro, o bien preferirá al primero y no le gustará el segundo. Ustedes no pueden servir al mismo tiempo a Dios y al dinero (Mammón)”.

Nótese que no se trata del dinero en sí, sino de servir al dinero, ser esclavo de él. Esto no quiere decir que los bienes terrenos constituyan en sí un dios que se opone a Dios. Es el hombre, con su actitud, quien puede divinizarlos y convertirlos en un rival de Dios. Y de hecho con frecuencia se da esta alternativa entre Dios y el dinero. Así pasó con Judas, que prefirió las treinta monedas antes que al Maestro (Mt 16,14s).

Servir al dinero es entregarse a él, aceptando que las riquezas son equivalentes a Dios. Por eso la enérgica contraposición de Jesús, que no sólo pone frente a frente a Dios y a “Mammón”, sino que exige a sus seguidores una opción exclusivista. De ahí la imprecación contra los ricos “porque ya tienen su consuelo” (Lc 6,24), declarándolos excluidos de las bienaventuranzas precisamente porque su fuente de seguridad y alegría es el dinero y no Dios.

¿Por qué Jesús pone frente a frente el servicio a Dios y al dinero? Porque el culto al dinero lleva a derramar la sangre del pobre, en las múltiples formas concretas que la explotación y opresión asumen en la historia humana. Y si al pobre se le quita aunque sea parte de la vida a la que tiene derecho, entonces se está en contra del Señor de la vida, Padre de todos.

La idolatría del dinero, de ese fetiche que es producción humana, está indesligable y provocativamente vinculada a la ruina y la muerte del pobre. Por eso es que, yendo a la raíz, la idolatría va contra el Dios de Jesús que es el Dios de la vida. El dios-dinero se alimenta de víctimas humanas. Por eso Jesús nos lanza la disyuntiva de elegir entre el Dios de la vida y los dioses de la muerte…

Jesús da un paso más, que sólo había sido insinuado por los profetas (Am 6,6): Condena el egoísmo del que no se preocupa de compartir lo que le sobra. Es el caso de Epulón y Lázaro (Lc 16,19-31) y el del rico insensato (Lc 12,16-20).

En Epulón se destaca su egoísmo. No se dice que sea condenado por injusto, sino sencillamente porque ni se enteró de que a su puerta alguien necesitaba con urgencia las migajas de su mesa.

El segundo rico no es descrito como ambicioso, ni injusto, pero ante la prosperidad sólo piensa en sí mismo: “Túmbate, come, bebe y date a la buena vida”. Aunque su cosecha sea muy abundante, su horizonte es muy limitado: ni Dios, ni el prójimo entran en su perspectiva.

Pero la parábola no condena sólo su egoísmo: ataca también su confianza en sus bienes; cree que todo depende de ellos, y que cuando se tiene en abundancia no hay que preocuparse de nada más. Acumula porque es egoísta, pero es egoísta porque piensa que la abundancia de bienes constituye lo único seguro en esta vida.

Esta parábola nos enseña que para idolatrar las riquezas no es preciso robar; basta ser egoísta, negándose a compartir los bienes, y poner la confianza en ellos.

Esta misma es la enseñanza terrible de las “malaventuranzas”: son condenados los que sólo se preocupan de su consuelo, de estar satisfechos y pasarlo bien (Lc 6,24-26).

Desde la venida de Jesús la riqueza perdió el sentido que tenía de ser considerada como signo de bendición de Dios. Jesús desacralizó la riqueza: la dejó en su significación natural. Le quitó al dinero su poder sobre los hombres. Si el dinero sigue teniendo tanto poder en nosotros esto quiere decir que no nos apoyamos suficientemente en su victoria.

San Pablo insiste en el antagonismo existente entre avaricia y Reino de Dios.

En tres listas que él confecciona de vicios incompatibles con la fe en Dios se nombra expresamente la idolatría. Se trata de 1 Corintios 5,9-13; 6,9-11 y Gálatas 4,19-21. Podemos detectar en estas enumeraciones que una de las realidades básicas en las que se puede dar la idolatría es el dinero: El codicioso, el tramposo, el ladrón es un idólatra, que acarrea con su actitud enemistades, discordias, rivalidades, egoísmos y envidias. La idolatría aparece como elemento destructor de las relaciones humanas.

En un par de textos más Pablo relaciona explícitamente a la idolatría con el dinero. Dice que “los explotadores, que sirven al dios dinero, no tendrán parte en el Reino de Cristo y de Dios”(Ef 5,5). Y en otra carta exhorta a apartarse de: “la codicia, con la que uno se hace esclavo de ídolos” (Col 3,5).

En estos dos textos codicia e idolatría son sinónimos. El término codicia, que en el original griego literalmente significa “tener más”, connota ambición, avidez, abundancia, arrogancia. El ídolo sería, por lo tanto, el dinero, pero no como una realidad en sí misma, sino la posesión del dinero como poder para desear y extraer más dinero de otros, creando enemistad y discordia. De ahí la identificación de idólatra con codicioso, ladrón y tramposo.

Todos los textos de Pablo afirman el carácter antagónico de la idolatría con la realidad cristiana. En 1 Corintios 5,9-13 se ordena excluir de la comunidad cristiana a los idólatras. La codicia es incompatible con el ser cristiano. El apóstol no ordena apartarse de los idólatras, pues para eso habría que salirse de este mundo; pero sí ordena que sean expulsados de la comunidad.

En 1 Corintios 6,9-11 y Gálatas 4,19-21 se afirma que los idólatras “no heredarán el Reino”. En 1 Corintios 10,14-17 se excluye al idólatra de la Eucaristía, presentada aquí como solidaridad con el cuerpo del Mesías y de la comunidad. El dinero como ídolo destruye esta solidaridad, destruye el Cuerpo del Mesías.

El autor de la carta 1 Timoteo, como resumiendo el mensaje de Pablo y de los evangelios sinópticos, da el siguiente consejo: “Exige a los ricos que no se pongan orgullosos, ni confíen en riquezas, que siempre son inseguras. Que más bien confíen en Dios, que nos lo proporciona todo generosamente para que gocemos de ello” ( 6,17).

Santiago critica duramente a algunos hacendados, no sólo porque no pagaron dignamente a sus cosechadores (5,4), sino además porque “no buscaron más que lujo y placer en este mundo, y lo pasaron bien mientras otros eran asesinados” (5,5).

Podemos concluir que según el mensaje del Nuevo Testamento es imposible cualquier reconciliación entre la idolatría al dinero y el espíritu del Padre Dios.

El espíritu de Dios es gracia, gratuidad, mansedumbre; el espíritu del dinero es dominación, orgullo, agresividad. El espíritu de Dios es amor y no apego: compartir; el espíritu del dinero es egoísmo y avaricia: competir. El dinero es lo primero que convierte al hombre en lobo para el hombre; el espíritu de Dios es simple y abierto; es limpio como una copa de cristal. La idolatría al dinero es torcida, disimulada, tiene dos caras, actúa en la obscuridad; Dios actúa a la luz. El espíritu del dinero consiste en utilizar su propio poder para intentar crearse su propio paraíso, y por ello utiliza a los débiles para que le sirvan de pedestal para alcanzar la gloria…

Jesús ha vencido al poder del dinero. Y su victoria se manifiesta entre nosotros cuando un “rico”, en dinero o en deseo, no entrega a los pobres, individuos o naciones, en manos de los poderosos; cuando un “rico” desacraliza el poder del dinero en su conciencia y lo considera sólo como instrumento; cuando reconoce que Dios es el soberano de toda riqueza; cuando el “rico” es capaz de mirar sin pánico la pobreza y se considera libre en relación con la seguridad que le puede proporcionar el dinero; cuando se hace capaz de gratuidad y no cubre su conciencia bajo la capa de la limosna; cuando sabe compartir con el pobre… Cada hombre o mujer que vive el espíritu de las bienaventuranzas ha vencido ya el poder idolátrico de la plata.

¿Por qué los Evangélicos no Veneran las Imágenes?

Para quienes viven al margen del catolicismo romano, el problema de las imágenes no parece tener la importancia que realmente tiene. En Italia, el centro del catolicismo, la actitud hacia las imágenes aún es el criterio que usan muchos católicos para distinguir entre católicos y evangélicos. Ellos dicen: "¡Ah! ¡Usted es evangélico! Ustedes son los que no creen en los santos, ¿no es cierto?"

El dogma católico dice: "Está permitido y es beneficioso venerar las imágenes de los santos". Estas imágenes, y los santos que representan, son sumamente importantes en la vida religiosa de la gente de Italia y de otros países católicos romanos. Esto no sólo sucede en la iglesia, sino también en la religión popular que es menos oficial. Multitud de personas que casi nunca van a una iglesia se consideran fieles católicos simplemente porque son devotos a una o más imágenes católicas.

Quizá el hecho más importante que distingue a los protestantes que creen en la Biblia, de sus vecinos católicos, es que aquellos insisten en que cada individuo necesita conocer a Dios personalmente. De hecho, la razón por la que Cristo vino a la tierra, murió por nuestros pecados y resucitó, fue para quitar los pecados que nos separan de Dios, de manera que podamos conocerlo en forma personal. La Biblia enseña que cada individuo debe tener una relación continua y directa con Dios; no una relación de larga distancia por medio de una imagen o del santo que ella representa. Uno de los temas principales de la Biblia, comenzando desde Génesis hasta el último libro, Apocalipsis, es que Dios aborrece las imágenes. La razón es que ellas alejan a la persona del contacto directo con El, porque proveen alguien más a quien orar y en quien confiar.

 

El Misterio del Mandamiento Perdido

 

La mayoría de los católicos se sorprenden al saber que uno de los Diez Mandamientos prohibe el uso de las imágenes. Cito el segundo mandamiento, no de una Biblia publicada por evangélicos, sino de la Biblia católica romana: No te hagas estatua ni imagen alguna de lo que hay arriba, en el cielo, abajo, en la tierra, y en las aguas debajo de la tierra. No te postres ante esos dioses, ni les des culto, porque Yo, Yavé, tu Dios, soy un Dios celoso. Yo castigo a hijos, nietos y biznietos por la maldad de los padres cuando se rebelan contra mí. Pero me muestro favorable hasta mil generaciones con aquellos que me aman y observan mis mandamientos (Exodo 20:4-6).

Aunque la Iglesia Católica enseña los Diez Mandamientos en sus catecismos, consistentemente elimina el mandamiento citado arriba. Sin embargo, se encuentra siempre en cualquier Biblia, ya sea publicada por una casa editora evangélica o católica. Si usted tiene una Biblia, ¿por qué no lo busca ahora?

Si tiene un catecismo católico romano, ¿por qué no lo abre también? No notará de inmediato que el mandamiento contra las imágenes y postrarse ante ellas ha sido eliminado, porque allí todavía habrán diez mandamientos. Pero si lee los primeros tres mandamientos tanto en la Biblia como en el catecismo, verá que el segundo mandamiento, el más largo de todos, fue eliminado de la versión que se encuentra en el catecismo. La omisión se ha ocultado dividiendo el décimo mandamiento en dos. Es así como se lee el décimo mandamiento en la Biblia católica: No codicies la casa de tu prójimo. No codicies su mujer, ni sus servidores, su buey o su burro. No codicies nada de lo que le pertenece (Exodo 20:17). En el catecismo, la parte que habla de no codiciar la mujer de tu prójimo se convierte en el noveno mandamiento, y el resto que habla de los servidores, etc., se une para formar el décimo. Estos mandamientos se repiten en Deuteronomio 5. En este segundo pasaje no es tan notorio que el último mandamiento se ha dividido en dos para camuflar el robo del segundo. Quizá sea esta la razón por la que la Iglesia Católica usa generalmente la reseña de los Diez Mandamientos en Deuteronomio, en lugar de la presentación original de los mandamientos en Exodo.

El hecho de que el segundo mandamiento sea eliminado por completo y que se oculte la omisión muestra que la Iglesia Católica no lo interpreta en forma diferente a como lo interpretan otros. Si no comprendieran que condena sus imágenes, ¿por qué quitarían este mandamiento del catecismo y de otras enseñanzas católicas populares?

 

Fotografías

 

Algunos, tratando de justificar la oración a las imágenes, dicen que si tuviéramos que cumplir literalmente el segundo mandamiento, ni siquiera podríamos tener fotografías de nuestros amigos y seres queridos. La Biblia aclara este punto en un pasaje que especifica cuáles imágenes condena. Las imágenes prohibidas son las que el pueblo venera o adora: No se hagan ídolos, ni levanten estatuas o monumentos, ni coloquen en su tierra piedras grabadas para postrarse ante ellas, porque yo soy Yavé, el Dios de ustedes (Levítico 26:1). Note que aquí, como en Exodo, habla de un propósito para usar la imagen, para adoración, o como se traduce con frecuencia la misma palabra hebrea, postrarse. Este propósito excluiría fotografías comunes de sus amigos y de su familia. Una excepción obvia es la práctica de la oración a las fotografías de los familiares muertos.

 

Imágenes Paganas

 

Otros tratan de evitar la enseñanza clara de Dios afirmando en forma autoritaria que El se refiere sólo a imágenes paganas, no a sus imágenes "cristianas". Sin embargo, notamos que:

  • Moisés, al dirigirse a los hebreos, el pueblo escogido de Dios y no a los paganos, les dijo que el Señor no se reveló a ellos cuando les dio los Diez Mandamientos, por una precisa razón: Para que el pueblo de Dios no hiciera imágenes de Dios mismo -Ustedes no vieron figura alguna el día en que Yavé les habló en el monte Horeb en medio del fuego. Por tanto no vayan a corromperse: no se hagan un ídolo, o sea, un dios esculpido con forma de hombre o de mujer (Deuteronomio 4:15-16; lea también los versículos 17-19). Lo que se prohibió aquí no fue una imagen pagana, sino cualquier imagen que el pueblo escogido de Dios pudiera haber hecho de Dios, de hombres o de mujeres.
  • Dios elogió a un rey de los judíos porque destruyó una serpiente de bronce que había sido hecha por orden expresa de Dios, y a la cual Su pueblo había comenzado a adorar después de cierto tiempo. La Biblia dice de este rey: Hizo lo que es recto a los ojos de Yavé, imitando a David, su antepasado. Suprimió los santuarios de las lomas, quebró los cipos y cortó los troncos sagrados. También destruyó la serpiente de bronce que Moisés había fabricado en el desierto, pues hasta ese tiempo los israelitas le ofrecían sacrificios y la llamaban Nejustán (2 Reyes 18:3-4).

 

 

En el Nuevo Testamento se Prohiben las Imágenes

 

Otros, tratando de eludir la clara enseñanza de la Palabra de Dios, dicen que las imágenes se prohibieron en el Antiguo Testamento, pero que ahora están permitidas porque no estamos en tiempos del Antiguo Testamento, sino en el Nuevo. El punto débil y fatal de este argumento es que ¡simplemente no es verdad! El Nuevo Testamento habla mucho de las imágenes, y siempre contra ellas, tal como lo hace el Antiguo Testamento.

Uno de los primeros pasajes que se escribieron en el Nuevo Testamento es 1 Corintios 10:14: Por eso, hermanos muy queridos, huyan del culto a los ídolos. Este tema continúa a través del Nuevo Testamento. Lo encontramos inclusive en 1 Juan 5:21, uno de los últimos libros que se escribieron en el Nuevo Testamento. Allí leemos: Hijitos, guárdense de los ídolos.

Entre estos versículos que he citado hay otros; son muchos para mencionarlos aquí, pero le animo a leerlos. Verá que las imágenes se prohiben prácticamente a través de todo el Nuevo Testamento: 1 Corintios 6:9; 10:7; 12:2; Hechos 7:39-42; 17:16, 29; Romanos 1:23; 1 Pedro 4:3; Apocalipsis 2:14; 9:20; 21:8; 22:15.

 

Historia de la Idolatría en la Iglesia

 

Las iglesias de los primeros siglos no usaron imágenes (con la excepción del símbolo del pescado, usado como emblema y no como ídolo). Las imágenes se introdujeron en la iglesia primeramente para uso ornamental, a fines del siglo III. Por el año 400 d.C. las usaron también para la enseñanza, y sólo en los siglos siguientes las imágenes fueron consideradas sagradas. Luego, en los Concilios de Nicea en 787 d.C. y en el de Trento en 1562 d.C., la iglesia romana aceptó que las imágenes fueran veneradas.

De acuerdo a la tradición católica, cuando una persona ora a la imagen de un santo o la adora, está venerando al santo. Esta explicación, sin embargo, aunque parezca convincente, nunca puede justificar la oración a una imagen, porque Dios nos ordena que no lo hagamos. Algunas de las personas más importantes de la Iglesia Católica han comprendido esta enseñanza; se demostró claramente cuando el papa Juan XXIII sacó muchas de las imágenes de las iglesias. El papa Juan XXIII, y otros papas que lo siguieron, también trataron de eliminar otras prácticas idólatras de la iglesia, como el llevar imágenes en procesiones.

 

¿De Quiénes Son las Imágenes?

 

En la mayoría de los casos, las imágenes veneradas no son realmente imágenes de los santos, puesto que en el tiempo en que vivieron muchos de ellos no había cámaras fotográficas, y no muchos de ellos posaron para que pintaran sus retratos. La consecuencia obvia es que con frecuencia las imágenes son en realidad de modelos contratados más tarde por los artistas. Muchos artistas crearon obras de arte religiosas y no religiosas, y usaron los mismos modelos para ambas. A veces los modelos del artista eran personas muy religiosas, pero a menudo no lo eran. En otras ocasiones, la imagen mental que se formaba el artista determinaba qué apariencia tendría el santo. Esto es obvio cuando recordamos la tez pálida común en muchas "vírgenes", y luego recordamos las famosas "vírgenes" negras.

Cuando una señora caminaba con su perro y pasó por la puerta del estudio de un artista, comprendió que las imágenes a las que ora la gente generalmente no son de los santos. El artista salió y le preguntó a la señora si le permitiría cortar un poco de pelo de la cola del perro; lo necesitaba para las cejas de un santo que estaba haciendo. Ella con gusto le dio el pelo que deseaba. Después, al seguir caminando, se dio cuenta: "¡Esto significa que estaré inclinándome ante el pelo de la cola de mi perro!" En ese mismo momento ella decidió abandonar su idolatría.

 

Las Imágenes Son Uno de los Temas Principales de la Biblia

 

El hecho de que tantos pasajes de la Biblia traten de las imágenes muestra claramente que para Dios, este es un asunto de suma importancia. He mencionado ya muchos de los pasajes en el Nuevo Testamento. Aunque el tema es muy amplio en el Antiguo Testamento para citar todos los pasajes, los siguientes son algunos de los más importantes. Al leerlos comprenderá el punto de vista que Dios tiene de las imágenes. Además, la gran cantidad de citas no puede dejar de impresionarnos en cuanto a la importancia que este tema tiene para Dios: Exodo 23:24; 34:13; Levítico 19:4; 26:30; Números 33:52; Deuteronomio 5:8-9; 9:12-17; 16:21; 27:15; 1 Reyes 14:9, 22-23; Salmos 78:58; 97:7; 106:19-20; 115:4-9; 135:15-18; Isaías 10:10-11; 30:22; 31:6-7; 42:8-17; 44:8-20; 45:20; 46:6-7; Jeremías 10:3-16; Ezequiel 16:17-21; 30:13; Daniel 3:1-18; Oseas 11:2; 13:2-4; Miqueas 1:7; 5:12-13; Habacuc 2:18-20.

 

¿Debemos Orar a los Santos Mismos?

 

En este punto, alguien podría sugerir que aunque es incorrecto orar a las imágenes, tal vez sería correcto orar a los santos mismos, sirviendo ellos como mediadores entre nosotros y Dios. Sin embargo, Jesucristo dijo que nadie podía ir al Padre sino por El (Juan 14:6), y 1 Timoteo es aún más específico: Unico es Dios, único también es el mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús, verdadero hombre. El entregó su vida para rescatar a todos(2:5). Cristo es nuestro mediador, porque es El quien nos lleva a tener relación con Dios. El pagó todo lo que Dios pedía por nuestros pecados, para que nosotros los pecadores pudiéramos orar directamente, "Padre nuestro...".

Otra traducción dice: Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, el cual se dio a sí mismo en rescate por todos. ¿Por qué diría Dios que Cristo Jesús es el único mediador si fuera mentira, y realmente hubieran muchos mediadores?

Durante un programa de televisión en el que recibíamos llamadas telefónicas, un sacerdote llamó para discutir conmigo este versículo. Tratando de señalar una excusa en este versículo que permitiera a los católicos orar a los santos, él afirmó: "No es que los santos puedan responder directamente las oraciones, sino que ellos oran a Jesús, quien a su vez ora a Dios el Padre, quien responde la oración". Puesto que conozco la doctrina católica, le pregunté: "¿Son los santos omniscientes y omni-presentes, de tal manera que puedan entender miles de oraciones de todo el mundo, en muchos idiomas diferentes, todos al mismo tiempo?" Por supuesto, él tuvo que responder: "No, sólo Dios es omnisciente y omnipresente; los santos no pueden oír ni responder todas las oraciones". Al darse cuenta de la implicación de lo que había dicho, trató de reparar el daño diciendo: "Dios el Padre escucha las oraciones y ¡¡¡les dice a los santos qué pidieron las personas!!!"

Recuerde, sólo Dios puede estar en todos los lugares a la vez para escuchar las miles de oraciones que llegan de todo el mundo al mismo tiempo. ¿Hay alguna buena razón para que no oremos directamente a El?

Dios nos ama. El desea ser nuestro amigo y nuestro Padre. Dios nos pide que oremos directamente a El, que tengamos comunión con El, que lo honremos y lo adoremos. El se siente abandonado cuando veneramos a alguien más o algo. La Biblia nos dice que El es Dios celoso de nuestro amor, y para que comprendamos esto, nos da la ilustración del esposo que no quiere que su esposa se vaya con otros hombres. ¿Qué le estamos diciendo a Dios cuando le damos la espalda y oramos a un santo? Es una gran ofensa llegar a la conclusión de que El no es tan bondadoso, tan considerado y tan compasivo como los santos.

Examinemos un ejemplo que literalmente cientos de italianos han usado para mostrarme por qué debería orar a los santos. Ellos dicen: "Si usted quisiera un empleo en cierta fábrica, y su tío fuera amigo del dueño, usted no iría a hablar directamente con el dueño de la fábrica. Le pediría a su tío que fuera y hablara por usted". En esta ilustración, el tío representa al santo y el dueño de la fábrica representa a Dios. La ilustración sugiere que el santo, representado por el tío, lo conoce a usted, lo ama y desea ayudarlo; mientras que Dios, representado por el dueño de la fábrica, no lo conoce, no lo ama ni desea ayudarlo. La verdad es que Dios nos conoce y nos ama, y nos pide que vayamos directamente a El en el nombre de Jesucristo, el único mediador.

La Biblia nunca infiere que santo alguno, vivo o muerto, nos ame más que Dios, y ni siquiera una vez menciona la posibilidad de que alguien ore a los santos o por medio de ellos. Sin embargo, de Jesucristo dice: Nuestro sumo sacerdote no se queda indiferente ante nuestras debilidades, por haber sido sometido a las mismas pruebas que nosotros, pero que a él no lo llevaron al pecado. Por lo tanto, acerquémonos con plena confianza al Dios de bondad; él tendrá piedad de nosotros y nos recibirá en el momento oportuno(Hebreos 4:15-16; lea también Efesios 3:12). ¡El nos conoce y cuida de nosotros!

Cristo mismo nos dice a quién debemos orar. Mateo 7:7-11 comienza con estas palabras: Pidan y se les dará... y termina diciendo: Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, con mayor razón el Padre celestial, Padre de ustedes, dará cosas buenas a los que se las pidan. Juan 15:16 agrega que debemos pedir al Padre en el nombre de Jesús: Ustedes no me escogieron a mí. Soy yo quien los escogí a ustedes y los he puesto para que vayan y produzcan fruto, y ese fruto permanezca. Y quiero que todo lo que pidan al Padre en mi Nombre, él se los dé. Un estudio de las oraciones en la Biblia le mostrará que todas fueron dirigidas a Dios el Padre, y ninguna a los santos que habían muerto.

 

¿Creen los Evangélicos en los Santos?

 

Lo que recién afirmé será motivo para que alguien diga: "¡Los evangélicos no creen en los santos!" En realidad, ¡creemos en los santos! Sin embargo, creemos lo que la Biblia dice acerca de ellos, lo cual es muy diferente de la tradición católica. Creemos tanto en ellos que deseamos obedecer los mandamientos que Dios les inspiró a escribir en la Biblia. Entre otras cosas, nos dijeron que debemos orar a Dios y no a los santos o imágenes. Además de tratar de obedecer lo que los santos escribieron en la Biblia, aquellos que realmente fueron santos son un ejemplo para nosotros. La Biblia llama "santos" a todos los que son santificados por medio de la fe en el Señor Jesucristo. La palabra "santos" se usa en el Nuevo Testamento para referirse a los creyentes como grupo, no para distinguir a una persona considerándola más santa que otra porque hizo milagros o porque vivió una vida más pura.

En la Biblia la palabra "santos" se usa para describir a personas que aún vivían. Los escritos de Pablo en la Biblia usan mucho esta palabra. Examinemos cómo la usa: A los santos que están en Efeso (Efesios 1:1). Vea también Efesios 1:18; 5:3; Romanos 1:7; Hechos 9:13, 32. En La Sagrada Biblia, traducida por Félix Torres Amat, también se encuentra la palabra "santos" en Efesios 1:15; 2:19; 3:8, 18; 4:12; 6:18; Hechos 26:10. No podemos dejar de sorprendernos por el hecho de que la palabra "santo" fue usada consistentemente en plural para referirse a grupos de cristianos comunes.

Los creyentes de la iglesia de Corinto eran santos o santificados (1 Corintios 1:2 y 6:11, TA; 14:34). No obstante, aún tenían algunos defectos y pecados sumamente graves, y Pablo no podía hablarles como a cristianos espirituales, sino como a carnales (1 Corintios 1:11; 3:1; 6:5-8; 11:22).

 

¿Por qué los Evangélicos no Oran a los Santos?

 

Además de la clara afirmación, único es Dios, único también es el mediador entre Dios y los hombres, hay otras razones por las que no oramos a los santos:

  • Dios no nos da en la Biblia ni un solo ejemplo de alguien que alguna vez orara o venerara a los santos, ni nos da indicación alguna de que El desee que lo hagamos.
  • Las Escrituras dicen: Adorarás al Señor, tu Dios, y a él solo servirás (Lucas 4:8).
  • En la Biblia encontramos ejemplos tanto de hombres como de ángeles que no permitieron que la gente se postrara ante ellos, y enseñaron que eso no se debe hacer. Cuando Pedro entró, Cornelio le salió al encuentro y cayó a sus pies con mucho respeto. Pero Pedro lo levantó y le dijo: Levántate, que también yo soy hombre (Hechos 10:25-26; vea también Hechos 14:13-15 y Apocalipsis 22:8-9).
  • El apóstol Pablo, uno de los "santos", explicó a los filipenses que él sólo podría serles de ayuda estando con vida (Filipenses 1:23-26).

 

Para responder al argumento de que los santos responden a las oraciones con milagros, es necesario recordar que las manifestaciones espirituales (incluyendo los milagros) pueden provenir de dos fuentes diferentes: de Dios, o del diablo y sus demonios. El mandamiento de Dios es que no debemos hacer imágenes. Cuando los milagros parecen haber sido hechos por los santos, y convencen a más personas para que participen en la práctica idólatra de orar a otro que no sea Dios, estos milagros no pueden venir de Dios.

Además, hay muchos santos que fueron depuestos por la Iglesia Católica, porque los estudios históricos mostraron que nunca existieron. Por ejemplo, Santa Filomena supuestamente había sanado en forma milagrosa al papa Pío X. Pero en una época más reciente esta santa fue desacreditada por otro papa y su comisión de investigación al probar que era sólo fábula. A pesar de que la posición oficial actual de la iglesia es que esa persona nunca existió, los que son fieles a su imagen afirman que ésta continúa haciendo milagros.

 

Usted también puede ser santo si va por medio de la fe a Jesucristo, quien dijo: Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie viene al Padre sino por mí (Juan 14:6). No es una declaración oficial de la iglesia lo que hace santa a una persona, ni se obtiene ese nombre por llevar una vida sin pecado o por hacer milagros. Dios hace santos al transformar a los pecadores: Somos santificados por la oblación del cuerpo de Jesucristo hecha una vez sola (Hebreos 10:10, TA; lea también Hechos 26:18).


¿Se pueden usan imágenes para adorar a Dios?

 

En todo el mundo millones de personas usan imágenes (estatuas grandes y chicas, retratos y otros artefactos) de algo o alguien como parte del culto religioso de su preferencia. Como cristianos, ¿cómo nos afecta esto? Como cristianos buscaremos en la Biblia y ella nos dirá qué debemos hacer. En este caso la repuesta es muy sencilla y explícita. Para aquellos que no se acuerdan muy bien, el segundo mandamiento lo prohíbe en su totalidad. Dice así:"No te harás imagen, ni ninguna semejanza de cosa que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra: No te inclinarás á ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos, sobre los terceros y sobre los cuartos, á los que me aborrecen, Y que hago misericordia en millares á los que me aman, y guardan mis mandamientos." (Éxodo 20:4-6). Sencillo, ¿verdad?

Algunas denominaciones prefieren usar imágenes, pues entienden que no sustituyen al verdadero Dios con estas imágenes. Sólo adoran a Dios y no a las imágenes. Veamos algunos casos y analicémoslos.

El uso de fotografías es común para muchas personas. Algunos, tratando de justificar la oración a las imágenes, dicen que si tuviéramos que cumplir literalmente el segundo mandamiento, ni siquiera podríamos tener fotografías de nuestros amigos y seres queridos. Este argumento parece tener sentido. Vayamos a la Biblia. La Biblia aclara este punto en un pasaje que especifica cuáles imágenes condena. Las imágenes prohibidas son las que el pueblo venera o adora: "NO haréis para vosotros ídolos, ni escultura, ni os levantaréis estatua, ni pondréis en vuestra tierra piedra pintada para inclinaros á ella: porque yo soy Jehová vuestro Dios." (Levítico 26:1). Note aquí se prohíbe usar la imagen para adoración, o como se traduce con frecuencia la misma palabra hebrea, postrarse. Este propósito excluiría fotografías de sus amigos y de su familia. En su cartera están muy bien, pero no para el culto.

Otros tratan de evitar esta enseñanza afirmando que Dios se refiere sólo a imágenes paganas, no a "sus" imágenes "cristianas". De nuevo, vayamos a la Biblia y veamos que nos dice. Notemos que Moisés (el gran amigo de Dios), al dirigirse a los hebreos, el pueblo escogido de Dios y no a los paganos, les dijo que el Señor no se reveló a ellos cuando les dio los Diez Mandamientos, por una precisa razón: Para que el pueblo de Dios no hiciera imágenes de Dios mismo - " ... pues ninguna figura visteis el día que Jehová habló con vosotros de en medio del fuego: Porque no os corrompáis, y hagáis para vosotros escultura, imagen de figura alguna, efigie de varón ó hembra, Figura de algún animal que sea en la tierra, figura de ave alguna alada que vuele por el aire, Figura de ningún animal que vaya arrastrando por la tierra, figura de pez alguno que haya en el agua debajo de la tierra: Y porque alzando tus ojos al cielo, y viendo el sol y la luna y las estrellas, y todo el ejército del cielo, no seas incitado, y te inclines á ellos, y les sirvas; que Jehová tu Dios los ha concedido á todos los pueblos debajo de todos los cielos." (Deuteronomio 4:15-19). Lo que se prohibió aquí no fue una imagen pagana, sino cualquier imagen que el pueblo escogido de Dios pudiera haber hecho de Dios mismo, de hombres o de mujeres. Y es mejor así; así nos acercamos por fe.

Algunas personas podrían pensar, ¿no le enseñó Dios a los israelitas a adorar usando imágenes con la serpiente de bronce?

Evidentemente algunos grupos suponen que lo acontecido con la serpiente de bronce y el uso de querubines habilita la práctica de culto a Dios usando imágenes. Existen grandes diferencias entre estas imágenes y las que proponen otros grupos. No diríamos grandes diferencias, diríamos abismales. Los querubines ornamentales y la serpiente de bronce fueron ordenados por Dios mismo. No se hicieron como intermediarias entre Dios y su pueblo.

De estas imágenes sabemos que ninguna de estas imágenes reclamaba la adoración y postración reverente de las personas. Ninguna de ellas representaba a personas específicas. Evidentemente en Éxodo 20:4 Dios no se refería a este tipo de imágenes (si no se estaría contradiciendo Él mismo).

Cuando Israel cayó en idolatría el rey Ezequías optó por destruir la serpiente de bronce que había sido hecha por orden de Dios, y a la cual Su pueblo había comenzado a adorar después de cierto tiempo. La Biblia dice: "Hizo lo recto en ojos de Jehová, conforme á todas las cosas que había hecho David su padre. El quitó los altos, y quebró las imágenes, y taló los bosques, é hizo pedazos la serpiente de bronce que había hecho Moisés, porque hasta entonces le quemaban perfumes los hijos de Israel; y llamóle por nombre Nehustán."(2 Reyes 18:3-4).

Preguntamos, ¿Es importante para Dios que no veneremos imágenes? Sin la menor duda, Dios ha sido muy claro y específico al prohibirnos el uso de estatuas e imágenes en las prácticas religiosas. Dios no prohíbe hacer una estatua de un héroe nacional y colocarla en la calle principal de la ciudad. No es esa la clase de estatuas que Dios rechaza. Pero las estatuas utilizadas en el contexto religioso de adoración e intercesión ante el Dios Altísimo están expresamente prohibidas.

Otras personas, tratando de eludir la clara enseñanza de la Palabra de Dios, dicen que las imágenes se prohibieron en el Antiguo Testamento, pero que ahora están permitidas porque no estamos en tiempos del Antiguo Testamento, sino en el Nuevo. El punto débil y fatal de este argumento es que ¡simplemente no es verdad! El Nuevo Testamento habla mucho de las imágenes, y siempre contra ellas, tal como lo hace el Antiguo Testamento.

Uno de los primeros pasajes que se escribieron en el Nuevo Testamento es 1 Corintios 10:14: "Por tanto, amados míos, huid de la idolatría." Este tema continúa a través del Nuevo Testamento. Se ve en 1 Juan 5:21, uno de los últimos libros que se escribieron en el Nuevo Testamento. Allí leemos: "Hijitos, guardaos de los ídolos. Amén

Sería interesante notar el amplio material plasmado en las Sagradas Escrituras respecto del contundente rechazo de la idolatría y veneración de imágenes y estatuas a que Dios nos llama. Ambos testamentos lo prohíben absolutamente y no como recomendación. Como anticipo podemos leer:

 

Éxodo 34:17 Isaías 42:17 Mateo 22:34-40
Levítico 19:4 Isaías 44:9-20 Lucas 4:8
Levítico 26:1 Isaías 45:16 Juan 5:46-47
Deuteronomio 4:15-18 Isaías 46:5-9 Juan 14:21
Deuteronomio 4:23 Jeremías 50:38 Hechos 17:16
Deuteronomio 7:5 Ezequiel 7:20-27 Hechos 17:29-30
Deuteronomio 16:21-22 Ezequiel 30:13 Romanos 1:23
Deuteronomio 27:15 Daniel 3:15-18 Romanos 1:25
2da Reyes 10:26-30 Daniel 5:4-27 1ra Corintios 8:4-7
2da Reyes 23:14-16 Oseas 10:2 1ra Corintios 10:14
2da Crónicas 31:1 Oseas 13:2-4 1ra Corintios 10:19-22
2da Crónicas 34:4 Miqueas 1:7 2° Corintios 6:16-18
Salmo 78:58-59 Miqueas 5:13-15 Gálatas 5:20
Salmo 97:7 Nahúm 1:14 Efesios 5:5
Salmo 115 Habacuc 2:18-20 1ra Tes. 1:9
Salmo 135:15-18 Mateo 5:17-20 1ra Pedro 4:3
Isaías 40:18-25 Mateo :21 1ra Juan 5:21
Isaías 41:29 Mateo 6:21 Apocalipsis 9:20

Para Dios es importantísimo que tengamos muy claro que a Él no le agradan las imágenes y las esculturas que interfieren la relación entre Él y Su pueblo, representen lo que representen. ¡SI NI SIQUIERA DESEA QUE SE HAGAN IMÁGENES DE ÉL MISMO! Él desea que nuestro servicio religioso sea regido por el poder de la fe, no por el poder de la imaginación.

Si Dios no desea imágenes suyas, mucho menos lo desea de otras criaturas (creadas por Él mismo), sea cual fuere, represente a quien represente, para ser adoradas, veneradas, idolatradas, honradas, usadas como intercesoras y cualquier otra práctica que le quite a Él toda nuestra fe, alabanza y glorificación. Tenemos que tener cuidado de no caer en el engaño, debido a un "juego de palabras". Algunos alegan que ellos no la adoran, ya que ello (adoración) solo corresponde a Dios, sino que la veneran, y no al pedazo de material pintado, sino a quien representa.

Es curioso como esta justificación los conforma. No hace falta mucha imaginación para notar que es lo mismo adorar que venerar. El sentido de la actitud es: rendir culto a..., depositar nuestra fe en..., esperar favores de...

A Dios Padre no le importa la semántica, le importa la actitud de nuestro corazón, LE IMPORTA QUE SOLO NOS ARRODILLEMOS EN ORACIÓN A ÉL, Y SOLO A ÉL, que lo adoremos a Él, que lo veneremos a Él, en definitiva que esperemos solo en Él. Nos reclama nuestra perfecta obediencia. Las imágenes religiosas son muletas espirituales que un verdadero Hijo de dios no necesita. ¡Gloria a Dios!