“Sobre esta Roca edificaré                                mi iglesia”

MATEO 16:18

“Mas yo también te digo que tú eres Pedro; y sobre esta roca edificaré mi iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella.”

Mateo 16:18 es una cita comúnmente usada para decir que Pedro fue la roca sobre la cual Cristo iba a edificar su iglesia.

La verdadera Roca

Pedro no era la roca sobre la cual Cristo fundaría su iglesia. Las puertas del infierno prevalecieron contra él cuando negó a su Señor con imprecaciones y juramentos (Juan 18:25-27).

La iglesia de Cristo fue edificada sobre Aquel contra quien las puertas del infierno no podían prevalecer (Juan 16:33; Mateo 4:11; Hebreos 4:15). 

Tal como estaba predicho desde el Edén, cuando Dios le dijo a satanás: “Enemistad pondré entre ti y la mujer, entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza y tú le herirás en el calcañar” (Génesis 3:15). Si satanás hubiera logrado con su tentación que Cristo pecara en lo más mínimo; habría herido la cabeza del Salvador. Tal como sucedieron las cosas solo le pudo herir el talón. Cristo obtuvo la victoria sobre satanás, recuperó el reino usurpado, asegurando así la destrucción de satanás (Juan 12:31).

La Roca sobre la cual la iglesia es edificada no pudo haber sido ningún hombre, pues el hombre es por naturaleza pecaminoso. Ningún hombre es perfecto, ningún hombre puede prevalecer por sí mismo contra el infierno (Romanos 3:10; Juan 5:42; 2 Timoteo 3:2-4; Jeremías 17:9; Isaías 1:4-6; Salmos 51:5; Salmos 58:3; Isaías 48:8; Jeremías 13:23).

Solo Cristo podía ser la Roca Viva de la iglesia, pues es el único ser que vivió una vida sin pecado (1 Pedro 2:22) y fue el único ser que fue engendrado sin pecado (Lucas 1:35). Es el único Cordero perfecto que venció al mundo, venció al pecado y el único que prevalece sobre el infierno (Filipenses 2:6-10).

La Roca en la profecía

Siglos antes del primer advenimiento del Señor, Moisés había señalado la roca de la salvación de Israel:

Deuteronomio 32:3-4 – “Porque en el nombre de Jehovah proclamaré. ¡Engrandeced a nuestro Dios! El es la Roca, cuya obra es perfecta, porque todos sus caminos son rectitud. El es un Dios fiel, en quien no hay iniquidad; es justo y recto.”

Y David escribió Salmos inspirado en la roca de la salvación:

Salmos 62:5-7 – “Oh alma mía, reposa sólo en Dios, porque de él es mi esperanza. Sólo él es mi roca y mi salvación; es mi alto refugio; no seré movido. Dios es mi salvación y mi gloria; en Dios está la roca de mi fortaleza y mi refugio.”

El mismo apóstol Pedro señala cuál es la verdadera Roca 

Pedro declara a Jesús como la piedra viva:

1 Pedro 2:4-6 – “Acercándoos a él, la Piedra Viva – que fue ciertamente rechazada por los hombres, pero delante de Dios es elegida y preciosa-, también vosotros sed edificados como piedras vivas en casa espiritual para ser un sacerdocio santo, a fin de ofrecer sacrificios espirituales, agradables a Dios por medio de Jesucristo. Por esto contiene la Escritura: He aquí, pongo en Sion la Piedra del ángulo, escogida y preciosa. Y el que cree en él jamás será avergonzado.”

Cristo, el único fundamento

1 Corintios 3:11 – “porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo.”

No llaméis a nadie “Padre” ni “Maestro”

Es común llamar “Padre” a los curas y sacerdotes, e incluso llamar “Santo Padre” al Papa. Sin embargo Jesús mismo dijo: 

Mateo 23:8-12 – “Pero vosotros, no seáis llamados Rabí; porque uno solo es vuestro Maestro, y todos vosotros sois hermanos. Y no llaméis a nadie vuestro Padre en la tierra, porque vuestro Padre que está en los cielos es uno solo. Ni os llaméis Guía, porque vuestro Guía es uno solo, el Cristo. Pero el que es mayor entre vosotros será vuestro siervo; porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.”

Efesios 1:20-23 – “Dios la ejerció en Cristo cuando lo resucitó de entre los muertos y le hizo sentar a su diestra en los lugares celestiales, por encima de todoprincipado, autoridad, poder, señorío y todo nombre que sea nombrado, no sólo en esta edad sino también en la venidera. Aun todas las cosas las sometió Dios bajo sus pies y le puso a él por cabeza sobre todas las cosas para la iglesia, la cual es su cuerpo, la plenitud de aquel que todo lo llena en todo.”

Isaías 8:13-14 – “¡A Jehovah de los Ejércitos, a él tratad como santo! Y si él es vuestro temor, y si él es vuestro temblor, entonces él será vuestro santuario; pero será piedra de tropiezo y roca de escándalo para las dos casas de Israel, red y trampa para los habitantes de Jerusalén.”

¿Quieres que Pedro, o cualquier otro hombre, sea la roca de tu iglesia?

Jeremías 17:5 – “Así ha dicho Jehovah: ‘Maldito el hombre que confía en el hombre, que se apoya en lo humano y cuyo corazón se aparta de Jehovah’.”

Y para concluir…

¿Qué es la “iglesia”? 

Bíblicamente, la iglesia no es una institución, no es una organización, ni tampoco un edificio o una sinagoga.

La iglesia es el conjunto de verdaderos creyentes, son las almas fieles a Cristo.

Mateo 18:20 – “Porque donde dos o tres están congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.”

Colosenses 4:15 – “Saludad a los hermanos que están en Laodicea: a Ninfas y a la iglesia que está en su casa.”

1 Corintios 16:19 – “Os saludan las iglesias de Asia. Aquilas, Priscila, con la iglesia que está en su casa.”

En esos dos últimos versículos no se trata de un edificio mandando un saludo a otro edificio, ni de una organización mandando saludo a otra institución. La iglesia es el grupo de creyentes.




¿Cómo surgió el papado?

A mediados de este año, el papa Francisco visitó Ecuador, Bolivia y Paraguay. Como suele suceder cada vez que la cabeza del Vaticano llega a un país, causó gran alboroto, sin duda dado que la mayor parte de la población profesa la fe católica. Lo mismo fue el caso en Cuba la semana pasada. Actualmente el papa se encuentra en los Estados Unidos, causando la misma respuesta.

Su visita y la alegría del pueblo acogedor ha hecho que algunos se pregunten: ¿Cómo surgió la idea de un papa? ¿Acaso la Biblia enseña que deberíamos tener un papa? ¿Cómo deberíamos responder al papado como cristianos?

La respuesta simple es: no. El papado de la iglesia católica romana no es la cabeza de la iglesia de Cristo, no tiene autoridad para regir como viceministro de nuestro Señor y por lo tanto como creyentes no tenemos ninguna obligación para acogerle. A continuación respondo a las preguntas previamente mencionadas.

¿Cómo surgió el papado?

Según la iglesia católica todo comenzó con Pedro. En Mateo 16:18 leemos: “Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella.” A partir de ese momento la iglesia católica comienza ha trazar lo que llamaría la sucesión apostólica, doctrina la cual establece que cada papa, cardenal o obispo (incluyendo prácticamente toda orden eclesiástica) puede trazar, por medio de sucesión directa, su sede a alguno de los mismos apóstoles. La línea de sucesión apostólica más importante para los católicos es la del hombre que se sienta en la silla del obispo de Roma, pues argumentan que desde los tiempos de Pedro siempre ha habido un sucesor que ha servido como Pontífice de la iglesia desde Roma, y por lo tanto la iglesia católica siempre ha tenido un vicario de Cristo en la tierra.

Después del apóstol Pedro vino San Lino luego San Anacleto después San Clemente, y así sucesivamente los obispos o líderes de la iglesia en Roma continuaron ocupando el cargo de obispo en Roma. Sin embargo al correr de los años los obispos comenzaron a acaparar más y más poder sobre las demás iglesias, ya que Roma no sólo fue la ciudad donde murió Pedro (muy probablemente), sino que también era el centro de atención y comercio de todo el imperio Romano, creando así el lugar perfecto para que una iglesia fuera reconocida por encima de las demás. No fue hasta 41 papas después, cuando el papa León I “el Magno” (papado entre 440-461) logró establecerse como el primer pontífice sobre toda la iglesia católica y así asentar las bases para el papado como lo vemos en la actualidad.

Aunque la silla del obispo de Roma comenzó a ser considerada como superior a las demás sedes eclesiásticas desde poco antes de la caída de Roma, no fue hasta el Concilio Vaticano I (entre 1869 y 1870) que la iglesia católica concluyó, basado en Mateo 16:17-19, la siguiente cadena de dogmas acerca del papa: 1) Cristo dio a Pedro la jurisdicción principal sobre toda la Iglesia; 2) Ya que Pedro tenía jurisdicción total sobre la iglesia, entonces sus enseñanzas llegaron a ser infalibles; 3) Pedro, siendo el pontífice sobre la iglesia, demanda que sus sucesores designados tengan el mismo lugar sobre la Iglesia; 4) El papa, es decir el obispo de Roma y sucesor de Pedro como cabeza de la iglesia, tiene la capacidad de hablar ex cátedra (esto es, hablar bajo su capacidad oficial como papa), siendo sus palabras en ese momento infalibles; 5) Ya que el papa es la cabeza de la iglesia, entonces él es cabeza de todo orden eclesiástico y de toda sede; 6) La iglesia, bajo la dirección del obispo de Roma, se ha mantenido sin error y doctrinalmente pura; 7) Cuando surgen cuestiones de fe, el pontífice romano (el papa) tiene el derecho de tener la última palabra; 8) Para que una iglesia local sea validada como una iglesia auténtica de Cristo, la tal debe adherirse a las enseñanzas del Vaticano…10) No hay salvación fuera de la Iglesia Católica Romana, pues sólo el pontífice en Roma es la cabeza sobre la verdadera iglesia de Cristo.

¿Acaso la Biblia enseña que deberíamos tener un papa?

Para defender la doctrina del papado, el Vaticano recurre a dos fuentes: La tradición y la Biblia. Primeramente, en la tradición, la iglesia católica se basa en los escritos de doctores de la iglesia, entre ellos hombres del primer siglo como Clemente de Roma y Ignacio de Antioquía, los cuales vivieron durante el tiempo del Nuevo Testamento. Entre sus muchas contribuciones a la doctrina de la iglesia, ambos, al igual que Constantino años después, abogaron por una estructura eclesiástica la cual tuviese un obispo sobre las iglesias locales. En sus cartas es visible su deseo por preservar la sana doctrina en medio de un ambiente propicio a los falsos maestros y falsas doctrinas.

Sin embargo debemos recordar que tanto Clemente como Ignacio, no buscaban defender un obispo sobre la iglesia entera, como lo vemos hoy en día con el papa. Al contrario, lo que ellos buscaban defender era la Escritura y las verdades escritas en ella por medio de establecer un obispo sobre ciertas regiones geográficas, dado que pocas personas tenían acceso a copias de los originales. Ya que no todos tenían la Escritura, pensaron necesario subordinar a aquellas iglesias sin copias a hombres preparados los cuales hubiesen tenido interacción con los apóstoles mismos o con algunos de sus seguidores más cercanos. Su intención fue elevar la autoridad de la Escritura, no crear una escritura eclesiástica modelo con una cabeza humana al frente. Por lo tanto, creo que si ellos estuviesen vivos hoy, estrían en contra del papado al igual que nosotros.

En segundo lugar, la Biblia no enseña que la iglesia debería tener un obispo supremo. En una artículo previo titulado Sobre esta roca edificaré mi iglesia, aquí en Predicadores y la Predicación, Dr. Nathan Busenitz presentó un argumento extenso sobre una interpretación correcta de Mateo 16:18. Busenitz determina correctamente que la interpretación de la iglesia católica romana de Mateo 16:18 está equivocada por lo menos por cuatro razones:

  1. Gramaticalmente, no representan la distinción léxica entre petros (Pedro) y petra (roca).
  2. Contextualmente, ponen a Pedro como el enfoque de Mateo 16, cuando el texto claramente busca resaltar la verdad acerca de Jesús.
  3. Teológicamente, el Nuevo Testamento presenta a Cristo como la Roca, y no a Pedro.
  4. Históricamente, esta doctrina católica romana no es vista en los padres de los primeros siglos.

En ningún lugar en la Escritura se presenta a Pedro como la cabeza de la iglesia. La única piedra angular que se menciona en la Biblia es Cristo mismo (Efesios 2:20), y por lo tanto la iglesia está cimentada en la roca que es Jesús, no Pedro. Aun las palabras de Jesús a Pedro en Juan 21:17 (“Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas”) no demuestran que Jesús elevó a Pedro a un estatus de cabeza eterna sobre la iglesia, más bien Jesús le pidió que enseñase y fuera líder en la iglesia, pero nunca que enseñase alguna otra cosa que lo que está escrito en la Biblia.

¿Cómo deberíamos responder al papado como cristianos?

Primeramente, debemos recordar que Jesucristo, no el papa, es la única cabeza de la iglesia. Él prometió edificar su iglesia siendo él mismo la piedra angular (Efesios 2:20). El Nuevo Testamento entero nos demuestra que solamente Jesús es el Señor sobre la iglesia, y jamas eleva a Pedro a tal estatus. El papa no es la cabeza de la iglesia porque Jesús nunca estableció tal oficio, ni tiene ninguna autoridad sobre las iglesias alrededor del mundo, ya que el modelo que vemos en el Nuevo Testamento es de iglesias liberadas por ancianos (1 Timoteo 3; Tito 2), y no por un pontífice en Roma. Incluso si se pudiese trazar una línea de sucesión entre el papa actual y Pedro, la tal no demandaría que el papa tuviese autoridad sobre el cuerpo de Cristo. Como creyentes nuestra lealtad es hacia la verdad de la Escritura, no hacia la silla de un obispo. En el momento en el que uno de estos sucesores se hubiese desviado de la verdad bíblica, nosotros no le hubiésemos seguido, pues Cristo es nuestra cabeza y Rey, no un hombre. Es por eso que como cristianos no tenemos nada que ver con la iglesia católica romana, la cual representa un sistema corrupto y anti-bíblico.

En segundo lugar, debemos tener en mente que el papa no tiene la autoridad para hablar infaliblemente. Tal doctrina no tiene fundamento bíblico. La tradición de la infalibilidad papal tiene sus bases en la tradición católica, la cual ha sido copiada y hecha autoritaria por decretos divinos de ciertos papas, creando así un circulo perfecto para defender una tradición sin un fundamento en la Escritura.

Tercero, recordemos que solamente la Biblia y Cristo tienen autoridad sobre la iglesia. Dos de las banderas principales de la Reforma fueron Sola Scriptura y Solus Christus. La primera luchó por la autoridad de la Biblia sobre cualquier tradición, mientras que la segunda atacaba la creencia herética que presentaba al papa como el representante de Cristo en la tierra. Su lucha sigue resonando hasta el día de hoy. Como creyentes debemos sujetar todo sermón, libro, documento y tradición bajo la autoridad de la Escritura; guardando lo que esté de acuerdo a ella y rechazando lo que vaya en su contra. Por lo tanto, la tradición católica no tiene lugar en la verdadera iglesia cristiana, pues no tiene fundamento bíblico y ni siquiera pueden existir juntas, ya que la una repele y contradice a la otra.

 

Finalmente, debemos orar por y evangelizar a los católicos. Creo que la mayoría de nosotros hemos salido del catolicismo o bien fueron nuestros padres los que salieron. Al hablar del catolicismo debemos ser duros en reconocer la falsedad del sistema, pero tal dureza doctrinal no debería endurecer nuestros corazones. Los católicos necesitan entender el verdadero evangelio, que la salvación no es por obras sino por fe, y necesitan entender que la autoridad de la Biblia es mayor a la de cualquier tradición.

NUESTRA LEALTAD ES HACIA LA VERDAD DE LA ESCRITURA, NO HACIA LA SILLA DE UN OBISPO

 

Sobre esta roca edificaré mi                                iglesia

Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella” (Mateo 16:18).

La iglesia católica romana ha interpretado la “roca” de Mateo 16:18 como referencia a Pedro, creando así la base fundamental para la doctrina de sucesión papal. Ellos argumentan que si Pedro es la roca sobre la cual se construyó la iglesia, y si los obispos de Roma son los sucesores de Pedro, entonces el papado continua siendo el fundamento de la iglesia.

Pero esto no es lo que enseña Mateo 16:18.

El nombre “Pedro” fue un apodo que Jesús le dio a Simón cuando se conocieron (Juan 1:42). Proveniente de la palabra griega: petros (o la palabra aramea “Cefas“), el nombre de Pedro significa “roca” o “piedra”.

Cuando Jesús dijo: “Yo digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi iglesia”, él utilizó dos palabras griegas diferentes para diferenciar entre Pedro y la “roca”. El nombre de Pedro es petros, mientras que el nombre de la “roca” es petra.

Probablemente estos términos nos suenen similares, pero la literatura griega antigua muestra que en realidad se refieren a dos cosas distintas. Petros se utilizaba para referirse a una pequeña piedra, mientras que petra se refería a una base de piedra o a una gran roca utilizada como el fundamento (Mateo 7:24-25).

Así que, si parafraseamos las palabras de Jesús, el Señor le dijo a Pedro: “Y yo también te digo, que tú eres una pequeña piedra y sobre esta roca de base edificaré mi iglesia.” Jesús empleó un juego de palabras para enfatizar este punto tan importante.

Entonces, ¿a qué roca de base se refiere Jesús? La respuesta se encuentra algunos versículos antes, en Mateo 16.

Mateo 16:13-17: Viniendo Jesús a la región de Cesarea de Filipo, preguntó a sus discípulos, diciendo: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre? Ellos dijeron: Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías, o alguno de los profetas. El les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. Entonces le respondió Jesús: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos.

Pedro era sólo una pequeña piedra parada sobre el cimiento de algo mucho más grande que él: la verdad de que Jesús es el Cristo, el Hijo del Dios viviente. En pocas palabras, Pedro no es la roca sino que Cristo es la Roca. Y al testificar tanto Pedro como los otros apóstoles, la iglesia se fue construyendo en el fundamento de la verdad de Cristo.

Lo mismo es visto en el Nuevo Testamento:

En 1 Corintios 3:11, Pablo escribió que “nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo. En Efesios 2:20, Pablo explica que Jesucristo es la piedra angular sobre la cual la iglesia está fundada por los apóstoles.

Incluso Pedro, en 1 Pedro 2:1-10, comparó a todos los creyentes a pequeñas piedras que forman parte de la estructura de la iglesia. A comparación, él habla del Señor Jesús (en los versículos 6-7) como la piedra angular sobre la que la iglesia es sustentada. Pedro dijo lo mismo a los líderes religiosos judíos en Hechos 4:11. Hablando de Jesús, Pedro proclamó: “Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo.”

Si tuviéramos que ir más allá de la vida de Pedro, y considerar los escritos de los padres de la iglesia, como Orígenes, Crisóstomo o Agustín, veríamos cómo la mayoría de ellos no consideraban que la “roca” en Mateo 16:18 fuese una referencia a Pedro. Por lo general, los padres de la iglesia interpretaban la “roca” como una referencia a los apóstoles colectivamente o bien al contenido específico de la confesión de Pedro (en el capítulo 16). Cualquiera que fuese el caso, ellos entendieron que Mateo 16:18 estaba centrado completamente en aquel de quien los apóstoles testificaron y a quien la confesión de Pedro señalaba, a Cristo.

En conclusión, podemos observar cómo la interpretación católica de Mateo 16:18 está equivocada por lo menos por cuatro razones:

  1. Gramaticalmente, no representan la distinción léxica entre petros (Pedro) y petra (roca).
  2. Contextualmente, ponen a Pedro como el enfoque de Mateo 16, cuando el texto claramente busca resaltar la verdad acerca de Jesús.
  3. Teológicamente, el Nuevo Testamento presenta a Cristo como la Roca, y no a Pedro.
  4. Históricamente, esta doctrina católica romana no es vista en los padres de los primeros siglos.

Finalmente, aun si Pedro fuese la “roca” de Mateo 16:18, tal interpretación no demanda ni enseña la doctrina de sucesión papal (pero ese es tema para otro artículo).

Aunque el apodo de Simón fue Pedro, él mismo entendido que la “roca” era Cristo. La roca sobre la que se construyó la vida de Pedro era la Roca de la Salvación, la Roca de Liberación, la Piedra Angular Principal y de la Roca de la Eternidad. Pedro dio testimonio de esta verdad en Mateo 16:16, el resto de los apóstoles dio testimonio de ella a través de sus ministerios y fue esta verdad que formó el fundamento de la iglesia.