Maria no fue sin pacado, si no que ella misma se declaro pecadora. La iglesia Catolica, o sea, lideres catolicos, engañan a sus feligreses.
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Maria no fue el tabernaculo de Dios
Idolatrar a maria es pecado. Ponerla en un pedestal es pecado. Decir que ella fue sin pecado es pecado. Decir que fue virgen despues de nacer Jesus es pecado ya que ella tuvo mas hijos con Jose su esposo.
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seguire diciendo lo mismo. Jamas Dios dio atributos a Maria.
La veneración de la virgen María provoca
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María, la madre de Jesús, también fue pecadora

1.- Una persona que nunca ha pecado, no necesita al Salvador. 

Lucas 1:46, 47 dice: María dijo: Engrandece mi alma al Señor, y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador”. 

Romanos 3:23 dice: Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios”.

1 Timoteo 1:15 dice: “Palabra fiel y digna de ser recibida por todos; que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero”. 

Juan 14:6 dice: Jesús le dijo: Yo soy el camino, la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí”. 

2.- María tuvo que ofrecer en sacrificio lo que mandaba la Ley, por sus pecados, cuan­do presentó a Jesucristo a Dios Padre. 

Lucas 2:22-24 dice: Cuando se cumplieron los días de la purifica­ción de ellos, conforme a la ley de Moisés, le trajeron a Jerusalén para presentarle al Señor (como está escrito en la ley del Señor: Todo varón que abriere la matriz será llamado santo al Señor), y para ofrecer conforme a lo que se dice en la ley del Señor: un par de tórtolas o dos palominos”. 

Levítico 12:2-8 dice: “Habla a los hijos de Israel y diles: Cuando una mujer conciba y dé a luz varón, será inmunda siete días; con­forme a los días de su menstruación será inmunda. Y al octavo día se circuncidará al niño. Mas ella permanecerá treinta y tres días purificándose de su sangre… Cuando los días de su purificación fueren cumplidos, por hijo o por hija,traerá un cordero de un año para holocausto, y un palomino o una tórtola para expiación, a la puerta del tabernáculo de reunión, al sacerdote; y él ofrecerá delante de Jehová, y hará expiación por ella… y si no tiene lo suficiente para un cordero, tomará entonces dos tór­tolas o dos palominos, uno para holocausto y otro para expiación por ella, y será limpia”. 

3.- La condenación era y es para todas las personas. 

Romanos 5:18 dice: “Así que, como por la transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres, de la misma manera por la justicia de uno vino a todos los hombres la justificación de vida”. 

2 Corintios 5:15 dice: “Y (Jesús) por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos”. 

4.- María no puede ser mediadora entre Dios y los hombres. 

1 Timoteo 2:5 dice: “Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesu­cristo hombre”. 

5.- María no puede ser Reina del Cielo. 

Aunque la Escritura siguiente no hable de María, aquellos que actualmente creen que María es la Reina del Cielo, ofenden a Dios.

Jeremías 7:18-20 (Leer también Jeremías 44:15-30) dice: “Los hijos recogen la leña, los padres encien­den el fuego y las mujeres amasan la masa para hacer tortas a la reina del cielo y para hacer ofrendas a dioses ajenos, para provocarme a ira. ¿Me provocarán ellos a ira? Dice Jehová. ¿No obran más bien ellos mismos su propia confusión? Por tanto, así ha dicho Jehová el Señor: He aquí que mi furor y mi ira se derramarán sobre este lugar…; se encenderán, y no se apagarán.” 

6.- Muchos creen que María, como creación, está sobre todos los otros seres humanos. 

Mateo 11:11 dice: “De cierto os digo: Entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan el Bautista…” 

7.- SI EXISTE SOLO UN MEDIADOR ENTRE DIOS Y LOS HOMBRES, JESUCRISTO, ¿quién nos puede ayudar en nuestra debilidad para interceder por nosotros? 

Romanos 8:26, 27 dice: "Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos”. 


 

“Entonces María dijo: He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra”. Lucas 1:38

A través de toda la Biblia encontramos muchos relatos de mujeres que nos han dejado una gran enseñanza, ya sea para que aprendamos de su carácter y tratemos de imitarlas o para que aprendamos de los graves errores de algunas y no los repitamos. María la madre terrenal de nuestro Señor Jesús, se encuentra precisamente en el primer grupo, su carácter, su vida, su ejemplo han sido plasmados en la escritura para que aprendamos mucho de ella. Miremos el pasaje Bíblico en Lucas 1:26-38 “Al sexto mes el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón que se llamaba José, de la casa de David; y el nombre de la virgen era María. Y entrando el ángel en donde ella estaba, dijo: ¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres. Mas ella, cuando le vio, se turbó por sus palabras, y pensaba qué salutación sería esta. Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios. Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS. Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin. Entonces María dijo al ángel: ¿Cómo será esto? pues no conozco varón. Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios. Y he aquí tu parienta Elisabet, ella también ha concebido hijo en su vejez; y este es el sexto mes para ella, la que llamaban estéril; porque nada hay imposible para Dios. Entonces María dijo: He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra. Y el ángel se fue de su presencia”.

María era una mujer común y corriente, no había nada especial en ella que nos haga pensar el por qué fue ella precisamente la escogida por Dios para tan hermosa tarea. Dios trabaja así, esa es precisamente la gracia de Dios, el no mira tus capacidades, tus títulos, tu nombre o apellidos, Dios nos escogió para que fuéramos sus hijas  solamente porque a él le plació,  y eso nos tiene que dar un profundo sentido de agradecimiento y a la vez de humildad. No hay nada intrínsecamente bueno en cada una de nosotras como para que pudiéramos llamar la atención de Dios; todo lo que podemos tener o llegar a ser o a hacer, es solamente por la gracia de Dios operando en nuestras vidas.  Reconozcamos a Dios en todo lo que hagamos sin él nada somos, nada tenemos, nada podremos hacer, que nuestra oración sea que hallemos gracia delante de Dios, así como María la halló, dice el versículo 30 “Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios”. Sin la gracia del Señor en nuestra vida, no podremos sobrevivir, sin su gracia nuestra vida es completamente inútil. Cuando pensamos en la gracia de Dios no puedes limitarla solamente al proceso de salvación, porque la gracia de Dios está presente en cada instante de nuestra vida. Es precisamente la gracia de Dios la que nos sostiene, nos alienta, y nos conforta. El ángel Gabriel le dice a María “no temas”, la gracia de Dios en nuestras vidas nos capacita para llevar a cabo las tareas más difíciles e imposibles que Dios nos encomiende hacer. Reconozcámonos totalmente dependientes del Señor que la autosuficiencia, el orgullo y la exaltación no tienen nada que ver con el carácter de una verdadera hija de Dios.

Se dice además de María que era virgen y ese término se refiere o se entiende como una doncella virgen, es decir una mujer joven, quien no había tenido ninguna clase de contacto íntimo con ningún hombre. María era una joven pura, podría pensar la gente que eso era muy común en el tiempo en que ella vivió, y si tal vez lo era, pero seguramente también había jóvenes como ella que a su corta edad ya no lo eran. De manera tal que Dios resalta en ella esa virtud de pureza, virtud que todas las mujeres cristianas solteras están llamadas a conservar, a valorar, a promover y en muchos casos hasta defender. La virginidad ha sido atacada, ridiculizada y burlada por la sociedad, pero delante de Dios ese es el estado ideal en que una mujer y un hombre deben llegar al matrimonio. 

Tal vez muchas de nosotras no llegamos precisamente vírgenes al matrimonio, tal vez anduvimos en el mundo sin conocer del Señor, o tal vez conociendo al Señor caímos en el pecado de la fornicación, sea cual haya sido la circunstancia, en Dios encontramos siempre perdón de nuestros pecados y restauración cuando hay corazones arrepentidos sinceramente delante de Dios.  Pero este es un llamado para nosotras las mujeres, alentémonos unas a otras, promovamos en nuestros hijos e hijas físicos y/o espirituales a que se mantengan puros guardándose en el Señor para sus futuros esposos y esposas, para que guarden su virginidad como un tesoro apreciado a los ojos de Dios. No importa lo que el mundo caído diga, piense o valore, el valor del cristiano y su comportamiento no está determinado por los valores del mundo, sino por lo que Dios determina. Infundamos valor a nuestros jóvenes para que el mundo no los contagie con su vida llena de pecado e inmoralidad y para que lo que es común y normal para el mundo no lo sea para los verdaderos hijos de Dios. 

Pero sigamos apreciando el carácter  de María, escogida por Dios para ser la madre de Jesús, y si bien ya vimos que ella era una mujer normal, sin méritos propios, si podemos resaltar en ella, que era una mujer que conocía la Palabra de Dios y esto lo podemos ver en su oración en Lucas 1: 46-55, a lo que se le conoce como el Magnificat (expresión en latín para las primeras palabras del estallido de alabanza de María), ella allí hace mención directa de textos como Isaías, Salmos entre otros, era una mujer que aunque no tenía la escritura como la tenemos nosotros hoy en día ella sabía de memoria los textos y no solo de manera intelectual, sino que los apreciaba y reconocía como las maravillas de Dios en su vida y la de su pueblo.

La declaración de María en el versículo 38: “Entonces María dijo: He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra…”. Es quizás la más importante declaración de confianza, disposición y fe en Dios que podamos haber escuchado hasta ahora de todas las mujeres que hemos estudiado. Si bien María no se encontraba en una situación muy cómoda, pues recordemos que ella era una joven virgen, comprometida en matrimonio, su contexto cultural y social no era precisamente el nuestro donde el tener hijos fuera del matrimonio es cada vez más común y aceptado aun entre cristianos. Aun así ella confiaba completamente en su Dios y Señor y para ella sus palabras eran suficientes; seguramente seguía llena de preguntas y era normal, pero el ángel le había prometido que el Espíritu Santo de Dios estaría con ella, y precisamente por esa confianza ella dice “hágase conmigo conforme a tu palabras”. María estaba deponiendo todas sus expectativas, sueños, anhelos, metas, planes, ideas y las estaba sujetando todas absolutamente todas a la perfecta voluntad de Dios para su vida.  Ella sabía que lo que Dios determinara para su vida era más grande y maravilloso que cualquier meta que ella pudiera tener. 

María nos enseña también que la sujeción a Dios, a sus planes, pensamientos y Palabra para nosotros siempre es la mejor opción, ella pudo haberse rehusado, rechazado o ignorado pero en su corazón ésta nunca hubiese sido una opción a tomar. María amaba a Dios, amaba su Palabra, amaba su vida en él, y sabía que en Sus manos la vida de ella tendría el sentido, el valor y el propósito preciso y perfecto. Ella no anhelaba ser reconocida por su ser la madre excepcional de Jesús el Salvador, como muchos hoy la ven, hoy muchos en el mundo ven en ella una mujer capaz de interceder por ellos delante de la presencia de Dios, pero nada más falso que eso, ella misma en Lucas 1: 47, reconoce su necesidad de salvación y sabía quién era el único capaz de efectuar esa salvación “Y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador”.  La Biblia lo expresa así en 1 Timoteo 2: 5 “Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre”. 

La devoción a María hace parte de la devoción natural que las personas sienten por las madres, y por supuesto que la madre del Señor no podría estar ajena a eso, pero si bien, ella merece respeto, aprecio y amor, nunca deberá recibir el honor y reconocimiento que son solamente para su Hijo el Señor Jesús, el Hijo de Dios, el verbo encarnado. 

María fue una mujer humilde, sencilla, devota, sufrió como cualquier madre sufriría con el dolor de su hijo, sufrió con cada uno de sus golpes, lo acompaño en cada uno de sus pasos hacia la muerte, pero ella sabía desde el mismo momento de la concepción sobrenatural de su hijo cuál era el propósito de él en esta tierra, lo acepto, lo honro y lo apoyo de la única manera como ella podía hacerlo, respetando su voluntad y dejándolo hacer y ejercer su trabajo y papel en este mundo. Madres apoyemos a nuestros hijos en su camino a la piedad, no seamos piedras de tropiezo para ellos, cualquiera que sea su llamado, oremos por ellos. María tenía como hijo al Hijo de Dios, al varón perfecto, él nunca pecó, ella nunca tuvo que luchar para que él obedeciera. En cambio, nuestros hijos son niños que desde su nacimiento han nacido en pecado, tenemos que enseñarles la piedad, tenemos que enseñarles a amar a Jesús, tenemos que enseñarles que necesitan de un salvador y que el único camino al Padre es Jesús. Nuestros hijos necesitan arrepentirse y volverse a Dios. Enseñemos la Palabra de Dios y enseñemos con el ejemplo. 

María fue una gran mujer, una mujer digna de imitar, reconozcamos en ella su amor por el Señor y su disposición para permitir que Dios la usara como él quiso, dispongámonos en las manos del Señor, seamos vasos útiles en sus manos, honremos Su sacrificio y démosle honra y lo gloria en todo cuanto hagamos.

 

Estudio bíblico de Lucas 1:36-80

la visita del ángel Gabriel a la virgen María anunciándole el nacimiento de Jesús. Continuamos hoy con el mensaje del ángel, leyendo los versículos 36 y 37:

"Y he aquí también tu parienta Elisabet, la que llamaban estéril, ha concebido hijo en su vejez y este es el sexto mes para ella, pues nada hay imposible para Dios."

Igual que a Zacarías, a María se le dio una señal. El nacimiento de Juan el Bautista también fue milagroso pero no fue un nacimiento virginal. La frase del ángel, "nada hay imposible para Dios" es muy apropiada, y expresa una verdad a la que necesitamos aferrarnos en estos días. Sin embargo, quiero enfatizar que algunos han distorsionado el significado de esta afirmación. No hay nada imposible para Dios cuando El ha determinado hacer algo, pero El no necesariamente hará lo imposible que le pidamos. Muchos utilizan este versículo como un lema para encubrir el hecho de sus propios deseos egoístas. Es cierto que no hay nada imposible para Dios, pero también lo es el que hay cosas imposibles para ti y para mí. Dios puede hacer cualquier cosa que El se haya propuesto llevar a cabo. Pero ello no quiere decir que El haga cualquier cosa que los creyentes le pidan que realice, porque algunas cosas no están incluidas en Sus planes. Pongamos esta gran frase del ángel en su debida perspectiva antes de hacer o decir todo aquello que ponga a Dios en ridículo y perjudique la causa de Jesucristo, en vez de favorecerla. Veamos la respuesta ejemplar de María leyendo el versículo 38:

"Entonces María dijo: Aquí está la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra. Y el ángel se fue de su presencia."

María aceptó participar en el subsecuente nacimiento de su hijo, al sujetarse al plan divino. Por ello se llamó "la sierva del Señor". Este versículo revela la sumisión de María a la voluntad de Dios. A partir del nacimiento de Jesús sería como si una nube descendiese sobre su vida hasta que su hijo regresase de los muertos. Hay que destacar que la resurrección de Jesús probaría la realidad de Su nacimiento virginal. Este podría ser puesto en duda hasta entonces. No se puede negar el nacimiento virginal y, al mismo tiempo creer en la resurrección, y viceversa. El nacimiento virginal y la resurrección son 2 verdades históricas que van estrechamente vinculadas entre sí. O se mantienen las 2, o ambas se derrumban.

Leamos ahora los versículos 39 al 41, que nos relatan la ocasión en que

María visitó a Elisabet

"En aquellos días, levantándose María, fue de prisa a la montaña, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Elisabet. Y aconteció que cuando oyó Elisabet la salutación de María, la criatura saltó en su vientre, y Elisabet fue llena del Espíritu Santo,"

Lo que estamos leyendo aquí tiene un carácter milagroso y no tendría sentido ni utilidad el tratar de ofrecer una explicación natural. Las únicas opciones son creer lo que sucedió en este pasaje Bíblico, o no. A veces uno se siente abrumado al escuchar a algunos que, tratando de aparentar un supuesto nivel intelectual, intentan presentar explicaciones a los milagros expuestos en la Biblia. Dichos milagros se aceptarán, o no, y lo que sucedió en estos versículos fue evidentemente un milagro. Elisabet y Zacarías vivían probablemente en la región montañosa situada alrededor de Jerusalén. María fue a visitarla no con una actitud de escepticismo, sino más bien de gozo, para confirmar lo que se le había anunciado. Cuando María llegó, y saludó a Elisabet, esta mujer fue llena o controlada por el Espíritu Santo, y la criatura saltó en su vientre. Los versículos siguientes nos introducen a la primera canción presentada en este Evangelio de Lucas. Ya habíamos dicho que Lucas, además de médico, también fue el poeta que nos dejó las primeras canciones de la Navidad. Esta canción brotó de los labios de Elisabet. Leamos los versículos 42 al 45:

"Y Elisabet exclamó a gran voz: Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre. ¿Por qué se me concede esto a mí, que la madre de mi Señor venga a mí?, porque tan pronto como llegó la voz de tu salutación a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Bienaventurada la que creyó, porque se cumplirá lo que le fue dicho de parte del Señor."

Poco se nos dice en la Biblia sobre Elisabet. Cantó la primera canción del Nuevo Testamento. Fue una mujer notable, que tuvo fe cuando su marido Zacarías no la tuvo y quedó mudo a causa de su incredulidad. Pero Elisabet había creído en Dios. Y ahora, como mujer mayor que era, estaba animando a María, que era joven. Elisabet había vivido muchos años creyendo en Dios y agradándole con su vida. Y ahora, en una actitud muy humana y humilde, estaba asegurándole que habría un cumplimiento de lo que Dios le había revelado. Realmente, María necesitaba todo el estímulo que Elisabet pudiera darle. Observemos que la llamó "madre de mi Señor": En Lucas, el término "Señor" sería más importante para un lector griego, que "Cristo", que significa "Mesías", pues los no judíos no lo habían estado esperando ansiosamente. También la Septuaginta, traducción griega del Antiguo Testamento que ya hemos mencionado en la Introducción, a menudo usa la palabra "Señor" para traducir el nombre de Jehová. Continuemos con el relato, escuchando las palabras de María. Leamos los versículos 46 al 48:

"Entonces María dijo: Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador, porque ha mirado la bajeza de su sierva, pues desde ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones."

Ahora fue María la que entonó una canción, conocida como el Magníficat, que fue un canto de alabanza por el favor de Dios para ella y su pueblo. Y que consistía, casi en su totalidad, de alusiones y citas del Antiguo Testamento. Lo mismo era cierto de los cantos de Zacarías, expuesto más adelante en este capítulo, y de Simeón, en el capítulo 2. Esta canción nos enseña varias cosas importantes. En primer lugar, María alabó a Dios por el favor especial manifestado hacia ella, y se vio como parte del remanente piadoso que había servido al Señor. En ella María nos dijo que necesitaba un Salvador y que se alegraba en El. Realmente tenía motivos para sentirse dichosa y bienaventurada, y así la reconocemos y la recordamos. Tuvo el incomparable privilegio de ser la madre del Hijo de Dios. Era una persona maravillosa y no fue accidental que hubiese sido elegida por Dios para ser el instrumento para que Jesucristo viniese al mundo. Fue el designio de Dios así y él no comete errores. Continuemos escuchando la canción de María, leyendo los versículos 49 al 55:

"porque me ha hecho grandes cosas el Poderoso. ¡Santo es su nombre, y su misericordia es de generación en generación a los que le temen! Hizo proezas con su brazo; esparció a los soberbios en el pensamiento de sus corazones. Quitó de los tronos a los poderosos y exaltó a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes y a los ricos envió vacíos. Socorrió a Israel, su siervo, acordándose de su misericordia de la cual habló a nuestros padres para con Abraham y su descendencia para siempre."

La canción exaltó la santidad (v. 49) y misericordia (v. 50) del Señor. Hay un detalle entre otros digno de ser destacado, relacionado con la frase del versículo 51, "Hizo proezas con su brazo" En Isaías 53:1, el profeta dijo: "¿Sobre quién se ha manifestado el brazo del Señor?" Y después Isaías comenzó inmediatamente a revelar al Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Dios ha mostrado la fuerza de Su brazo y reveló Su poder y Su amor en la salvación que ha provisto para la humanidad.

En segundo lugar, María alabó a Dios por su favor especial manifestado a Israel (v. 51-55) también mencionó a Abraham en su canción. María era consciente de que el nacimiento de su hijo era el cumplimiento de las promesas del pacto hechas a Abraham y a su pueblo. Hay más referencia a Abraham que a otro personaje del Antiguo Testamento. De hecho, encontramos más sobre este patriarca en el plano humano, que acerca de otros personajes de la Biblia.

Leamos el cierre de este párrafo en el versículo 56:

"Se quedó María con ella como tres meses; después se volvió a su casa."

Aparentemente María se quedó allí hasta que Juan nació. La frase griega que se traduce como "su casa" indica que ella aún era virgen y no se había casado todavía con José. El relato Bíblico nos cuenta los acontecimientos de cuando

Juan nació y se le puso un nombre

El resto de este capítulo registró el nacimiento de Juan el Bautista y la canción de Zacarías. Al igual que en la sección anterior, (1:5-56), las narraciones de los nacimientos fueron arregladas por Lucas de forma paralela. El énfasis se encuentra en el nacimiento de Jesús, que se describe con mucho mayor detalle que el de Juan, que se da en un solo versículo (v. 57) Destacaremos algunos puntos especialmente. Leamos los versículos 57 al 60:

"Cuando a Elisabet se le cumplió el tiempo de su alumbramiento, dio a luz un hijo. Al oír los vecinos y los parientes que Dios había engrandecido para con ella su misericordia, se regocijaron con ella. Aconteció que al octavo día vinieron para circuncidar al niño, y lo llamaban con el nombre de su padre, Zacarías; pero su madre dijo: ¡No! Se llamará Juan."

Esta pareja de ancianos tuvo el cuidado de seguir la ley al circuncidar al niño. En principio le pusieron al niño el nombre de su padre. Sin embargo, Elisabet puso las cosas en su debido lugar diciendo que se llamaría Juan. Continuemos leyendo los versículos 61 al 64:

"Le dijeron: ¿Por qué? No hay nadie en tu parentela que se llame con ese nombre. Entonces preguntaron por señas a su padre cómo lo quería llamar. Él, pidiendo una tablilla, escribió: «Juan es su nombre». Y todos se maravillaron. En ese momento fue abierta su boca y suelta su lengua, y comenzó a bendecir a Dios."

En aquellos días se le ponía al nuevo hijo un nombre familiar. Cuando surgió el asunto de poner un nombre al niño, los familiares dieron por sentado que se llamaría Zacarías. Pero Elisabet corrigió esa decisión. Pero ante las objeciones, apelaron a Zacarías. Y como él no podía hablar escribió "Su nombre es Juan". Este era el nombre que había sido escogido por Dios. Los familiares se sorprendieron, admirados de lo que había sucedido.

Después de ese incidente, Zacarías pudo volver a hablar e inmediatamente comenzó a cantar alabanzas a Dios. Aunque él no había tenido mucha fe, cuando el niño naciese se alegraría por lo que Dios había hecho. Nuevamente destacaré que la falta de fe de Zacarías es una característica que muchos de nosotros tenemos y al final, reaccionamos de la misma manera. Cuando Dios oye y contesta por lo que le hayamos pedido en oración, nos alegramos. A veces pienso que la razón por la que Dios contesta la oración de creyentes débiles como nosotros, es que tengamos algún motivo para alegrarnos. Por regla general, los creyentes que tienden más a la incredulidad que a la fe, no tienen muchos motivos para sentir alegría. Los creyentes más fuertes, que tienen más fe, con una actitud espiritualmente positiva, sienten conformidad y paz ante todas las circunstancias.

Continuemos leyendo los versículos 65 al 69:

"Se llenaron de temor todos sus vecinos, y en todas las montañas de Judea se divulgaron todas estas cosas. Los que las oían las guardaban en su corazón, diciendo: ¿Quién, pues, será este niño?. Y la mano del Señor estaba con él. Zacarías, su padre, fue lleno del Espíritu Santo y profetizó, diciendo: Bendito el Señor Dios de Israel, que ha visitado y redimido a su pueblo, y nos levantó un poderoso Salvador en la casa de David, su siervo"

Era evidente que Juan iba a ser un niño excepcional. La noticia de que era un niño fuera de lo común se divulgó rápidamente en la zona de Jerusalén. Años más tarde, cuando Juan comenzase su ministerio público de predicación, muchos que sin duda recordarían los asombrosos eventos que rodearon a su nacimiento, saldrían a verle de esa región (Mateo 3:5).

Después de que el niño naciese, Zacarías, que había estado mudo por unos 9 meses, no solo fue capaz de hablar, sino que pudo entonar una canción. Elisabet había cantado la primera canción, María cantó la segunda y ahora parecía bastante apropiado que Zacarías cantase una canción. La suya fue profética. Este salmo, conocido como "el Benedictus" está lleno de citas y alusiones al Antiguo Testamento. Es interesante que el versículo 69, donde leímos que el Mesías sería el "poderoso Salvador" en el original hebreo dice literalmente "cuerno de salvación". En el Antiguo Testamento, los cuernos de un animal simbolizaban su fuerza y poder. Aunque Zacarías no pertenecía a la línea de descendencia de David, reconoció que su hijo iba a ser el precursor de Jesucristo, tal como había sido profetizado por los profetas Malaquías e Isaías. Juan sería el que anunciase la llegada del Mesías. Y la presencia del precursor indicaba que el Mesías no se encontraba lejos. Iba a llegar pronto. Continuemos con la canción, leyendo los versículos 70 al 75:

"Como habló por boca de sus santos profetas que fueron desde el principio, salvación de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odiaron, para hacer misericordia con nuestros padres y acordarse de su santo pacto, del juramento que hizo a Abraham, nuestro padre, que nos había de conceder que, librados de nuestros enemigos, sin temor lo serviríamos en santidad y en justicia delante de él todos nuestros días."

Dios había hecho estas promesas a Abraham. María, Elisabet y Zacarías aun creían que las promesas hechas al patriarca serían cumplidas. Hay muchos en la actualidad que han abandonado esa esperanza y, en consecuencia, no creen que Dios confirmará y hará realidad Sus promesas a Abraham. Si realmente creemos que Dios confirmará y hará realidad la promesa de Juan 3:16, de que Dios dará la vida eterna a todo aquel que crea en Jesucristo, no tenemos derecho a rebajar la realidad del cumplimiento de las promesas que Dios hizo a Abraham, y que confirmó a los demás patriarcas.

Finalmente, leamos los versículos 76 al 80, últimos versículos de esta canción de Zacarías y del primer capítulo del Evangelio de Lucas.

"Y tú, niño, profeta del Altísimo serás llamado, porque irás delante de la presencia del Señor para preparar sus caminos, para dar conocimiento de salvación a su pueblo, para perdón de sus pecados, por la entrañable misericordia de nuestro Dios, con que nos visitó desde lo alto la aurora, para dar luz a los que habitan en tinieblas y en sombra de muerte, para encaminar nuestros pies por camino de paz. El niño crecía y se fortalecía en espíritu, y estuvo en lugares desiertos hasta el día de su manifestación a Israel."

Juan sería llamado profeta del Altísimo. Y así fue que Zacarías profetizó en forma muy descriptiva el ministerio que tendría Juan (versículos 76-79). Iría delante del Señor preparando sus caminos, como habían profetizado los profetas Isaías 40 y Malaquías 3. (Juan supo que el Mesías se encontraba entre ellos.)

El versículo 80 nos explica que Juan iba adquiriendo vitalidad y fortaleza en su espíritu humano. Su vida en los lugares desiertos hasta el tiempo de su aparición pública no era normal para un joven. Pero este joven sería una persona extraordinaria, que se estaba preparando para llevar a cabo una misión especial para la causa de Dios en este mundo. Debido a esa misión, que desde su infancia conocía que habría de realizar, escogió tomar el papel del profeta Elías, viviendo en lugares desolados, pues en un breve tiempo, su ministerio de predicación lo lanzaría a una posición prominente.

MARÍA, UNA MUJER ESCOGIDA POR DIOS PARA SER MADRE

La Biblia distingue a muchas mujeres valientes, capacitadas, generosas, humildes, abnegadas y de fe. Entre todas ellas resalta a María. Si bien nosotros no la idolatramos, ni le damos culto, ni adoración, reconocemos que Dios puso los ojos en ella para cumplir el más grandioso de los planes jamás ideados por Él: la redención de la raza humana.

“María dijo: He aquí la sierva del Señor, hágase conmigo conforme a tu palabra… Engrandece mi alma al Señor; y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador. Porque ha mirado la bajeza de su sierva; pues he aquí, desde ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones. Porque me ha hecho grandes cosas el Poderoso; Santo es su nombre, y su misericordia es de generación a los que le temen”, Lucas 1:38, 46-50.

 

 

María fue una mujer escogida por Dios para ser madre. En efecto, aquella doncella hebrea reunía cualidades hermosas que hicieron que el Señor se fijara en ella para llevar a cabo el gran misterio de la encarnación de Jesús. Entre otras resaltan: 1) su humildad y su disposición para el servicio; 2) su fe y piedad; 3) su capacidad para guardar secretos; 4) y su fidelidad.

 

La mujer que en su vida tiene la oportunidad de ser madre goza de un gran privilegio. Ser madre no significa estar cargando un bulto o un objeto cualquiera en su seno, sino abrigar a un ser viviente que piensa, que razona, que tiene emociones y sentimientos, el cual permitirá que perdure la raza humana hasta que Cristo regrese a la tierra. De importancia crucial es, pues, que la mujer sea consciente de que el privilegio y el honor de dar la vida a otro ser humano provienen directamente de Dios.

 

Por desgracia, hay mujeres que no valorizan el don divino de ser madres, y como no lo hacen, el hijo viene a convertirse para ellas en una carga, en algo molestoso, de lo cual pueden disponer a su antojo, y hasta decidir la vida o la muerte sobre él.

 

1.- María, una mujer humilde

 

Nuestra sociedad del siglo XXI se ha caracterizado por el aumento vertiginoso de los embarazos frutos del sexo prematrimonial. Hoy día, el caso de María hubiese sido, por ende, “uno entre tantos más”. Sin embargo, a pesar de su banalización, el embarazo de las jóvenes solteras pone abruptamente el punto final a la infancia y a la inocencia, para marcar el inicio de las responsabilidades de una mujer adulta.

 

En lo que atañe a María, ella nunca había conocido varón y, en su tiempo, quedarse embarazada fuera del matrimonio era considerado como un delito digno de muerte. María sabía, pues, que exponía su vida al aceptar llevar en su seno lo que parecería el fruto de la fornicación, y todavía más al estar desposada con José. No obstante, son hermosas las palabras que pronunció aquella joven, cuando recibió el mensaje del ángel Gabriel: “He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra” (Lucas 1:38).

 

Para desempeñar la función de madre, es menester que la mujer entienda que ante todas las cosas, ella es una sierva del Señor. Sin duda, es triste cuando un hijo es menospreciado, pero también es de lamentar cuando una madre lo idolatra. Este tipo de madre levanta los hijos que no tienen fuerzas para enfrentar las cosas arduas que acarrean la vida.

 

Ser madre estriba en una responsabilidad que Dios, personalmente, le entrega a la mujer. Esta, a su vez, ha de pedirle al Señor sabiduría, madurez y fortaleza para cumplir lo mejor posible con dicha responsabilidad. Cuando recibió la noticia de que quedaría embarazada, María le pidió a Dios que todas las cosas se encaminaran según su Palabra. Y, definitivamente, criar a nuestros hijos bajo la guía divina es la mejor herencia que podemos dejarles.

2.- María, una mujer de fe y de piedad

 

María confiaba totalmente en Dios, y por eso aceptó el reto de llevar en su seno al Creador. Asimismo, para ser madre, una mujer tiene que aceptar desempeñar esta función, porque de no hacerlo, siempre verá al niño como un estorbo en su vida, como un enemigo que le roba su tiempo y espacio.

 

Aquella joven entendió que Dios la había mirado con ojos de misericordia, y que ser la madre del Mesías haría de ella una mujer bienaventurada entre todas las generaciones pasadas o futuras (Lucas 1:48). Cuando una mujer no ve el hecho de tener un hijo como una bienaventuranza, será incapaz de cumplir con su deber maternal, con ese amor especial con el cual Dios quiere que lo haga. En efecto, sólo una madre es capaz de transmitir la ternura, el cariño y la bondad que emanan del Creador del universo; y esto es lo que hace de nuestras madres unos seres especiales e inolvidables.

 

En ciertas circunstancias, la rebeldía de los jóvenes se explica por el hecho de que nunca han conocido el calor de una madre. Al haber derrumbado los pilares de la familia tal y como Dios los estableciera desde el libro de Génesis, esos niños han tenido una casa y han compartido un mismo techo que sus progenitores, pero esa casa nunca fue un hogar para ellos. Nunca han experimentado el amor, y nunca se han sentido bienvenidos ¿Sabía usted que se ha probado científicamente que desde el vientre de su madre, el percibe los sentimientos y las emociones que éste genera en ella?

 

Madre cristiana, la oración es buena e indispensable, pero también lo es detenerse en sus quehaceres para compartir con sus hijos, para hacerles sentir que son importantes y queridos.

 

3.- María, una mujer de confianza

 

Me llama la atención que, en distintas partes de los Evangelios, se repite esta frase: “Y su madre guardaba todas estas cosas en su corazón” (Lucas 2:51). En el corazón de María siempre hubo una disponibilidad espiritual para el servicio, y ella supo guardar en secreto todo lo que el ángel le había revelado con respecto a Jesús y su misión mesiánica antes de que naciera.

 

Desde el nacimiento de Cristo, María supo también que tendría que experimentar, como madre, un dolor inmenso. En efecto, cuando María y José llevaron a Jesús al templo, para que fuera circuncidado, Simeón le profetizó: “Y una espada traspasará tu misma alma” (Lucas 2:35).

 

¿Cuántas madres, como María, abrigan tristezas profundas en sus corazones? ¿Cuántas madres mantienen ciertas cosas negativas encerradas bajo llave en el secreto de su corazón, unas cosas que las hieren y las martirizan?

 

Amados lectores, muy a menudo, el cristiano percibe la experiencia de la cruz como algo solamente espiritual. Sin embargo, tampoco podemos olvidar ni descartar los fortísimos sentimientos humanos que allí estaban involucrados.

 

Como se sabe, las madres desarrollan un poderoso instinto de protección para con sus hijos. María, como madre, sabía qué pasaría con Jesús y, seguramente, sentía tristeza al pensarlo. Sin embargo, ella nunca permitió que sus sentimientos maternales interfirieran en el transcurso del plan de Dios.

 

María tenía una confianza maternal en Cristo, y esto lo demuestra su actuación en las bodas de Caná. Ella no fue a Jesús pensando que Él haría un milagro, sino como una madre que ve las capacidades y los talentos de su hijo. María puso, pues, toda su confianza en Jesús, sabiendo que Él era capaz de ayudarla en aquella situación, que no le fallaría, y que sabría hacer lo correcto. Por este motivo, ella dijo a los siervos que atendían a los comensales de la boda: “Haced todo lo que os dijere (Juan 2:5).

 

Ahora bien, ¿confía usted también, como María, en sus hijos adultos? ¿Es capaz de aceptar que ellos son capaces de ayudarlo a resolver algún problema? María confiaba completamente en Jesús. Ella le había enseñado bien, le había inculcado principios morales sólidos, y por eso sabía que Él no dañaría nunca su testimonio ni tampoco traería la deshonra a su casa. Es menester concienciarnos de que los principios y los valores fundamentales de la vida se enseñan principalmente en el hogar, no en la iglesia ni en la escuela.

 

4.- María, una mujer fiel

 

Es revelador, en cuanto al carácter fiel de María, el versículo siguiente: “Estaban junto a la cruz de Jesús su madre, y la hermana de su madre, María mujer de Cleofas, y María Magdalena” (Juan 19:25). En medio de tanto dolor y sufrimiento, la madre de Jesús estaba al pie de la cruz, apoyando a Jesús como una madre apoya a su hijo. El apóstol Juan analizó muy bien la escena, y no visualizó a María como una mediadora en el plan de la redención que se estaba cumpliendo en aquel momento, sino que le prestó atención a la entrañable relación filial que existía entre ambos.

 

¿Qué representa la cruz? Sufrimiento, padecimiento, sangre, golpes, torturas, burlas, crisis física y emocional. Asimismo, hoy en día nos encontramos en un estado de crisis gravísimo, lo que está causando graves estragos en la juventud e incluso, en la juventud de las iglesias.

 

Jesús sabía a qué había venido, y por qué estaba muriendo en la cruz; pero también era consciente de su responsabilidad filial, y por ende, no perdió nunca de vista sus emociones y sus sentimientos. Dice el Evangelio según San Juan: “Cuando vio Jesús a su madre, y al discípulo a quien Él amaba, que estaba presente, dijo a su madre: Mujer, he ahí tu hijo. Después dijo al discípulo: He ahí tu madre. Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa” (Juan 19:26-27).

 

En medio de su cruel agonía, y sabiendo que pronto partiría de este mundo y que sería glorificado, Jesús puso la mirada cariñosa de un hijo en María. Cuán hermoso es constatar que, el Hijo de Dios estaba preocupado por el bienestar futuro de aquella quien fuera su madre en la tierra. Él no la quiso abandonar ni entregarla en manos de cualquiera. Así pues, la confió al apóstol Juan, que era su discípulo amado.

¿Qué vio Jesús en Juan, para poner la vida de su madre en sus manos? Simple y llanamente, que éste tenía todas las cualidades de un buen hijo, y que sería capaz de amar y de cuidar a María como a una madre. Juan accedió a la petición de Cristo, y a partir de aquel momento, veló sobre el bienestar de María como si ella hubiese sido su madre biológica. “El discípulo la recibió en su casa” ¡Qué frase más hermosa! La misma denota que María se sintió bienvenida en la casa de Juan, hasta el día cuando partió de este mundo para volver a encontrarse con Cristo en el cielo.

Conclusión

 

Es menester crear conciencia, y que aprendamos a valorizar a las que son nuestras madres. Cristo supo valorar a la suya hasta su partida de esta tierra. El Maestro, una y otra vez, nos ha dejado trazadas sus huellas para que las sigamos. María es una fuente de inspiración para todos nosotros: estuvo al pie de la cruz, cuando todos los amigos y los discípulos de Jesús lo habían abandonado. María fue una mujer valiente, fiel, dispuesta, reservada, llena de fe y de piedad. Imitémosla en esas cualidades tan hermosas.

Hágase Tu Voluntad no la Mía

Cuando Dios nos llama para ser usado por Él, encontramos Su gracia y Su favor. El temor y la obediencia sin reservas es lo que nos hace ser favorecidos por Dios. Dios siempre ha tenido Su remanente escogido y dispuesto para obedecer Su voluntad. Somos favorecidos cuando prestamos, oímos y obedecemos El Plan Divino de Dios, esta obediencia nos hace partícipe de Su Reino. Cuando desobedecemos al llamado de Dios, pagamos nuestro propio pasaje con destino hacia puertos inseguros. Dios le dijo a Jonás: “Levántate y ve a Nínive, aquella gran ciudad, y pregona contra ella; porque ha subido su maldad delante de Mí. Y Jonás se levantó para huir de la Presencia de Jehová a Tarsis, y descendió a Jope, y halló una nave que partía para Tarsis; y pagando su pasaje, entró en ella para irse con ellos a Tarsis, lejos de la Presencia de Jehová” (Jonás 1:1-3 ). 



Todos sabemos el resto de lo que le aconteció a Jonás. Dios visitó a Jonás para una Encomienda hacia el pueblo de Nínive, pero desobedeció al llamado. Jonás no fue favorecido por Dios hasta que reconoció que era necesario obedecer la voluntad del Señor. Cuando Jonás se vio en las profundidades del mar y dentro del gran pez, se humilló en oración para clamar la ayuda a Jehová. Hasta las profundidades del mar Dios escuchó la oración de Jonás. El Señor nuestro Dios, extendió Su Cetro de Misericordia hacia Jonás y lo ayudó, Él tuvo piedad de Él.



Quizás en estos momentos te encuentras en la misma situación de Jonás y reconoces que Dios te está llamando, pero tu agenda no tiene lugar para obedecer a lo que Dios te ha encomendado hacer. El barco de desobediencia que Jonás escogió lo condujo a caminos tormentosos e inseguros, en cambio cuando abordamos el barco de obediencia a Dios, Él nos lleva siempre a puertos seguros. Hoy el Señor está buscando a hombres y mujeres como María cuando dijo: “He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a Tu palabra” (Lucas 1:26-38). María fue vaso escogido por Dios para hacer y obedecer Su voluntad, ella no tuvo que pasar por lo que Jonás pasó porque su decisión fue inmediatamente de acuerdo a la voluntad de Dios. 



La desobediencia de Jonás lo llevó a un gran dolor hasta que reconoció el temor de Dios. Tanto María como Jonás fueron vasos escogidos por Dios, de igual manera Dios lo puede hacer contigo para llevar a cabo Sus Planes Eternos. Somos vasos escogidos por Dios desde antes de la fundación del mundo. Dios nos has amado desde antes de la fundación del mundo” (Juan 17:24), y detrás de Su amor también viene Su favor. Jesús fue el perfecto ejemplo de obediencia, Él alcanzó el Máximo Nivel de entrega a la voluntad de Su Padre Celestial. La obediencia que Él le tenía a Su Padre fue inconmensurable. Jesús cumplió la voluntad de Su Padre para enaltecerlo a Él diciendo:“Porque He descendido del cielo, no para hacer Mi voluntad, sino la voluntad del que Me envió” (Juan 6:38).



 

Señor gracias por permitirnos un día más y ver un nuevo amanecer. Señor perdónanos cuando no obedecemos tu voluntad, ayúdanos a ser sensible a Tú voluntad. Gracias por elegirnos como Vasos Escogidos para Tu Pueblo. Gracias por Tu misericordia, sin ella estuviéramos vagando sin rumbo y sin dirección. Señor que mi barca de obediencia me guíe y me lleve siempre a puertos seguros. Señor te necesito y sin Ti nada soy, Tú eres todo para mí. Tú eres el Único a quien puede mi alma recurrir en busca de ayuda, porque ¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de Ti nada deseo en la tierra. Mi carne y mi corazón desfallecen; más la Roca de mi corazón y mi Porción es Dios para siempre” (Salmos 73:25-26).